Unos 27 millones de argentinos eligen hoy a quien los gobernará a partir del 10 de diciembre. Algo ya saben: será una mujer. La senadora Cristina Fernández de Kirchner y la exdiputada Elisa Carrió encabezan las encuestas de opinión después de una campaña insípida. Pero si estos sondeos no fallan estarían dadas todas las condiciones para que la primera dama gane en la primera vuelta.

Según la Constitución, para evitar la segunda vuelta, un candidato debe obtener más del 45% de los votos o un 40% y sacarle una distancia de más de 10 puntos al segundo. Los pronósticos coinciden en que la esposa de Néstor Kirchner, una abogada de 54 años y con una militancia de décadas en el peronismo, estaría muy cerca de lograrlo.

En el entorno de Carrió creen que aún no esta dicha la última palabra. La figura de esta jurista, gran crítica de Kirchner desde el 2003, a quien califica de autoritario y de girar en la órbita del venezolano Hugo Chávez, ha crecido en varios centros urbanos.

Tanto Carrió como Roberto Lavagna, tercero en las encuestas, apuestan por que la inflación, que para el sector privado será del 25% anual, tenga un efecto sobre el votante y facilite la segunda vuelta. La primera dama igual está convencida que el Gobierno tiene otras cosas buenas para mostrarle a la sociedad y serán decisivas: cuando Kirchner salió elegido el paro era del 21%. Hoy, es del 7,5%. La pobreza pasó del 50,9% al 29,2%. Las reservas en el Banco Central pasaron de 14.000 millones de dólares a 42.800 millones. La economía creció estos años un 39%, y mejoraron las jubilaciones y salarios.

Además, Cristina cuenta con un respaldo fundamental: el aceitado aparato políticoclientelista del peronismo bonaerense, donde se concentra el 38% del padrón electoral nacional. En esa provincia también se elige gobernador. El vicepresidente Daniel Scioli es hoy el favorito para manejar los destinos de la región más rica del país y la más castigada socialmente.

PROCESO LENTO "La guerra de los tacos (tacón de aguja)", como se escucha decir aquí en clave machista ante la competencia entre dos candidatas, puede dar la impresión de que Argentina, que en diciembre del 2001 afrontó una crisis de considerables dimensiones, ha renovado bastante a sus dirigentes. Sin embargo, ese proceso es aún muy lento. A tal punto, que el Gobierno de Kirchner se apuntaló en su relación con muchos de los caciques del peronismo, amos feudales de sus territorios. Los deseos de continuidad del kirchnerismo, encarnados en la primera dama, se expresan con paradojas sorprendentes. De un lado, la candidata es apoyada por Estela Carloto y Hebe de Bonafini, líderes de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, que han valorado públicamente la decisión de este Gobierno de acelerar los juicios contra los represores de la última dictadura.

Al mismo tiempo, Cristina de Kirchner tiene el respaldo de Aldo Rico, el teniente coronel que en 1987 se rebeló contra el presidente Raúl Alfonsín reclamando la sanción de leyes de impunidad para los militares que violaron los derechos humanos en los años setenta.