La intervención del presidente de Francia, Jacques Chirac, el jueves para decir que ante la violencia urbana se impone el "restablecimiento del orden público" y que ya llegará "el tiempo de la reflexión", dio lugar a todo tipo de interpretaciones en la prensa francesa. Muchos analistas ven en su intervención una confesión de "impotencia" ante la magnitud de los disturbios.

Para Antoine Guiral, de Libération , Chirac, una vez más, "se da tiempo y pone cierta distancia entre él y los acontecimientos, y se sirve de Villepin como escudo, aunque esto pueda poner en duda su autoridad". Según el periodista, el presidente francés "se encuentra en una especie de coma político desde el fracaso del referendo del 29 de mayo y parece resignado a que el futuro se juegue sin él".

IMPOPULAR Otros ven en la discreción de Chirac la voluntad de reforzar la imagen del primer ministro, Dominique de Villepin, en su guerra abierta con el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, para las presidenciales del 2007. La gravedad de la crisis obliga a Villepin y a su ministro a guardar las apariencias, pero las divergencias persisten. Y Sarkozy acaba de perder la primera batalla de la popularidad frente a su rival, según un sondeo de Ifop-Paris Match , que indica que el 52% dice preferir a Villepin, contra el 44% que elige a Sarkozy.

Para Stéphane Roz¨s, director de CSA-Opinion, es "pronto" para sacar conclusiones de los acontecimientos. Pero lo cierto es que el ministro de Interior, que sigue radicalizando su posición, aparece aislado o integrado por la fuerza en el dispositivo gubernamental que dirige Villepin con la bendición del jefe de Estado.