La comisión independiente para investigar el 11-S está chocando con graves escollos antes incluso de iniciar su trabajo, ya que ayer la Casa Blanca y la oposición demócrata se enzarzaron en una disputa a cuenta del polémico Henry Kissinger, el exsecretario de Estado elegido por George Bush para encabezar la comisión. Los demócratas dudan de que Kissinger sea imparcial y exigen que revele la lista de clientes de su consultoría, Kissinger Associates, para dilucidar si hay conflicto de intereses con la investigación, algo que según la Casa Blanca no es necesario. Las familias de las víctimas del 11-S se han alineado con los demócratas.

Para echar más leña al fuego, George Mitchell, el exsenador escogido por los demócratas como vicepresidente de la comisión, anunció el miércoles que se retira del puesto dado que le obligaría a dejar su ocupación en un bufete.