Una drag queen vestida con un hermoso y llamativo vestido arco iris dio inicio ayer a la fiesta que sustituyó a lo que debería haber sido la quinta edición de la Marcha del Orgullo Gai por las calles de Jerusalén, suspendida por el temor a disturbios por parte de radicales judíos. Ante el regocijo de los judíos ultraortodoxos, no hubo marcha ni exhibición callejera, sino una fiesta agridulce.

"Jerusalén no es una ciudad europea. Nuestra lucha aquí no es solo por nuestros derechos, sino por nuestra supervivencia", reflexionaba Elena Canetti, presidenta de la Casa Abierta de Jerusalén y una de las representantes de los colectivos homosexuales. Pasquines amenazantes e insultantes y casi dos semanas de disturbios en los barrios ultraortodoxos convencieron a la policía de que era mejor suspender el desfile.