«Si su propio hermano no le respalda, ¿cómo pueden hacerlo otros?». Tres veces los periodistas le hicieron la pregunta a Boris Johnson durante un acto prelectoral la tarde del jueves en West Yorkshire. La dimisión de Jo Johnson como Secretario de Estado y diputado conservador pocas horas antes había causado conmoción. En el mensaje de renuncia, la condena a la gestión del actual gobierno iba implícita. Se marchaba, dijo en un tuit, por, «la irresoluble tensión entre la lealtad familiar y el interés nacional». Un golpe personal y político de gran simbolismo para un primer ministro acorralado.

«Jo no está de acuerdo conmigo sobre la Unión Europea. Es algo que divide a las familias y a todo el mundo. Pero creo que Jo estaría de acuerdo en que sigamos adelante y solucionar esto», fue la respuesta engañosa de Johnson. Lo cierto es que su hermano, moderado, partidario de la permanencia en Europa, quiere que se dé salida al brexit con un segundo referéndum. Esa fue la razón por la que ya dimitió del gobierno de Theresa May. En la renuncia ahora, que el primer ministro le rogó por teléfono la noche anterior que no tomara, ha pesado la reciente purga de diputados rebeldes conservadores y el brutal saqueo de un partido, que ha echado a la calle a algunas de sus figuras más preeminentes y se ha vuelto irreconocible.

Desde que Boris Johnson ascendió al cargo, más de 25 diputados tories se han visto forzados a marcharse o han anunciado que no se presentarán a la reelección en los próximos comicios. El primer ministro, el más indolente de los políticos, alegó que, «en determinadas circunstancias, hay que imponer la disciplina».

El primer ministro eligió una escuela de cadetes de Policía para hacerse la foto con los jóvenes uniformados de fondo, y lanzar un discurso medio improvisado, en el que dijo preferir «caer muerto en una zanja» a pedir una ampliación del plazo de salida a la Unión Europea. Nuevamente conminó a Jeremy Corbyn a celebrar elecciones el 15 de octubre.

Farage, al acecho / El Gobierno volverá a presentar el lunes, por segunda vez, la petición, una vez aprobada definitivamente la ley que impide el brexit sin acuerdo. Corbyn y sus asesores parecen dispuestos a aceptar esa fecha, pero la presión entre los laboristas es cada vez mayor, para dejar el paseo a las urnas hasta noviembre, después de la ampliación del Artículo 50, si no hay acuerdo sobre el brexit.

De la difícil posición de Boris Johnson también quiere sacar provecho Nigel Farage, que le tira continuamente los tejos. El líder del Partido del Brexit le advirtió de que «no puede ganar una elección, sea cuando sea, si el Partido del Brexit es su oponente». En cambio, si unen fuerzas, «no habrá quien nos detenga».