Una foto en blanco y negro de un niño y unos esbozos biográficos contradictorios. No hay precedentes de un perfil de un líder más poroso que el de Kim Jong-un. Ayer fue señalado como el heredero del trono de Corea del Norte, la única dinastía comunista en el mundo.

Desde Corea del Sur se informó ayer de que Kim Jong-il había abierto ya el melón sucesorio en favor de su tercer hijo. Fue un diputado del opositor Partido Democrático quien, respaldado en la confidencia de un espía, aclaró que el Ejército, el Parlamento y los diplomáticos norcoreanos en el extranjero habían recibido la orden de jurar lealtad a Jong-un. La sucesión no está confirmada y cabe recordar que los servicios de espionaje surcoreanos y estadounidenses han anunciado la muerte de Kim Jong-il unas 20 veces.

Los rumores se dispararon desde que Kim, de 67 años, sufriera un supuesto derrame cerebral en agosto. Desde entonces, el país habría estado dirigido por Chang Sung-taek, marido de la hermana menor del dictador.

Jong-un, el menor de los tres hijos de Kim, es fruto de su matrimonio con su última mujer, Ko Yong-hui, una bailarina misteriosamente muerta en el 2004. La fuente más sólida de información son las memorias del excocinero de palacio, Kenji Fujimoto. Ahora mediría 1,75 metros, sufriría de sobrepeso y diabetes. Dice de él que le gusta el baloncesto (solo la NBA). Fuentes surcoreanas lo describen como ambicioso y sin escrúpulos.