Barack Obama apareció sonriendo e incluso rió cuando los periodistas, por primera vez, se pusieron en pie para recibirlo, un gesto de respeto hacia los presidentes. Se marchó también con una sonrisa y un "bonjour " lanzado al aire cuando un reportero francés trató de colar una pregunta ya fuera de la rueda de prensa. Estaba de buen humor, pese a que el eje de su comparecencia y de su jornada era cómo afrontar la crisis. Y estaba, ante todo, calmado, marcando su propio ritmo. Pero dejó claro que, hasta enero, el presidente sigue siendo George Bush.

Desde que ganó las elecciones, el martes, han sido intensos el escrutinio y las especulaciones sobre su potencial gabinete. Pero ayer mismo, cuando acabó de echar por tierra los rumores de que podría anunciar la elección de su secretario del Tesoro, Obama fue claro. "Estoy orgulloso de las decisiones tomadas hasta ahora --dijo mientras Rahm Emanuel, su flamante jefe de gabinete, le observaba desde su izquierda --. Han sido decisiones muy pensadas. Y lo importante es no tener prisa sino hacer las cosas bien".

Obama insistió varias veces en que, pese a la urgencia con que muchos esperan sus estrategias, él tratará de no dificultar el trabajo con la Administración que aún manda hasta que él jure su cargo. "Este país sólo tiene un presidente cada vez", subrayó en una ocasión. "Yo no seré presidente hasta el 20 de enero", repitió después. Trataba de impulsar un espíritu de fluidez en la transición.

Evitó también dar detalles o valoraciones sobre la calidad de la información de espionaje que ha empezado a recibir, junto al presidente, cada mañana. Y fue también cauto a la hora de referirse a asuntos de política exterior, como la relación con Irán, recordando de nuevo que aún no ocupa la Casa Blanca, por más que su elección para hacerlo haya motivado la primera felicitación desde Teherán desde 1979. "El desarrollo de armas nucleares por parte de Irán es inaceptable", dijo.