La masacre provocada por Israel en Qana ha incrementado la presión internacional para buscar una resolución al conflicto y ha obligado a Estados Unidos a reforzar su apuesta por la diplomacia. Aunque Tel-Aviv ha dejado claro que pretende mantener su ofensiva en el Líbano durante semanas, ayer, tanto el presidente de EEUU, George Bush, como su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se mostraron "convencidos" de que es posible alcanzar un "acuerdo exhaustivo" en las Naciones Unidas hacia el jueves, día en que está prevista una reunión especial del Consejo de Seguridad.

IMAGEN DETERIORADA Ese convencimiento, sin embargo, parece una forzosa muestra de optimismo de Washington, agobiado por el efecto que su apoyo incondicional a Israel está teniendo en sus tensas relaciones con el mundo árabe y en la ya deteriorada imagen de su política exterior. Además, aunque Rice habló ayer de un "consenso emergente", sus palabras no bastaban para maquillar los desacuerdos.

Bush insistía en hablar de un alto el fuego "sostenible" pero no inmediato. Mientras, la propuesta de resolución de Francia --la única que circula por ahora entre los 15 países del Consejo-- establece que el despliegue de una fuerza internacional de estabilización solo puede comenzar una vez que Israel y Líbano "acuerden en principio" un plan de alto el fuego permanente. "Trabajaremos por un plan que actúe sobre la raíz del problema para que, al margen de lo que se produzca en el Consejo de Seguridad, sea duradero", dijo Bush.

El líder estadounidense iba a reunirse anoche con Rice, que antes de regresar a Washington, en Jerusalén delineó las tres partes del "acuerdo exhaustivo" que puede producirse en la ONU: "Alto el fuego, principios políticos que permitan un acuerdo a largo plazo y autorización de una fuerza internacional para apoyar al Ejército libanés".

PROMESAS DUDOSAS Rice aseguró que hay "amplio acuerdo" para prohibir la presencia de grupos armados donde se despliegue la fuerza multinacional y para aplicar el embargo de Hizbulá. Sin embargo, pasó por alto que incluso se debate si ese contingente tendrá autoridad para luchar contra Hizbulá. Además, ni siquiera la composición de la fuerza multinacional está clara: EEUU e Israel quieren que sea un contigente europeo, mientras Líbano prefiere a la UNIFIL (la fuerza interina de la ONU).

Nada de eso se aclaró ayer. En la sede de la ONU en Nueva York había prevista una reunión de potenciales integrantes del contingente, pero se pospuso indefinidamente. Y en la calle 42 resonaban las palabras pronunciadas el domingo por el secretario general, Kofi Annan, urgiendo a una actuación rápida. "La autoridad y el prestigio del Consejo --dijo Annan-- están en juego".