Estados Unidos aún no puede cantar victoria, pero ha empezado a cambiar su trayectoria y a hacer historia en la lucha contra el cambio climático. El viernes por la noche, en una ajustadísima votación con 219 votos a favor y 212 en contra, la Cámara baja del Congreso aprobó una propuesta de ley para reducir la emisión de gases de efecto invernadero e iniciar la transformación del actual modelo energético. Y aunque aún es necesario el visto bueno de un Senado aún más reticente, la aprobación preliminar constituye un hito para una potencia que no solo no ratificó el Tratado de Kioto, sino que durante años ha frenado la colaboración internacional en este campo.

El presidente Barack Obama que se ha implicado personalmente en la campaña a favor de la normativa, en la que también han participado la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el exvicepresidente Al Gore, dedicó ayer su discurso semanal a la ley, que supone un radical giro respecto a la política medioambiental de su predecesor, George Bush. "No podemos tener miedo del futuro y no debemos ser prisioneros del pasado", dijo Obama, que identificó la norma como herramienta clave en el terreno económico y de seguridad nacional. "Esta es una ley de trabajos", insistió el presidente, que pidió a los ciudadanos que "no crean en la desinformación que sugiere que son contradictorios el crecimiento económico y la energía limpia. Sencillamente no es verdad".

REBAJAR ASPIRACIONES / Para lograr la mayoría de los votos, el texto presentado ante la Cámara de Representantes tuvo que rebajar sus aspiraciones, quedando por debajo de parámetros de países europeos que habrían gustado a los expertos. Así, la ley planteaba inicialmente reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 20% respecto a los niveles del 2005 para el año 2020. Sin embargo, en el texto final el porcentaje se ha quedado en el 17% para convencer a más representantes demócratas, especialmente los de los estados aún muy dependientes del carbón y otros combustibles fósiles. Esas concesiones explican, por ejemplo, el rechazo de la propuesta por parte de Greenpeace y otros grupos.

El núcleo de la ley es la limitación de las emisiones y la creación de un sistema comercial que permitirá comprar y vender bonos sobre esas emisiones, pero también destina miles de millones de dólares a financiar la transformación del mercado energético y establece parámetros como el que obligará a que para el 2020 el 20% de la producción eléctrica sea renovable (aunque una tercera parte podrá conseguirse no a través de fuentes como la energía solar, eólica o geotérmica, sino aplicando mejoras en la eficiencia de la producción actual). A partir del 2012, el precio de la emisión de CO2 será de 9,25 euros por tonelada.