Para 1,5 millones de palestinos, el establecimiento del Estado judío fue su catástrofe. En unos meses, la mitad de la población perdió sus casas, sus tierras y la que había sido su patria durante siglos. En abril de 1948, tropas judías y palestinas combatían por el control de los barrios árabes de Jerusalén Oeste. La mitad de la población palestina (750.000 personas) fue expulsada de sus casas o huyó ante los rumores de matanzas en Deir Yasin, Tantura, Diwayme o Ayn Zeytun. Israel vetó el regreso de desplazados alegando motivos de seguridad y quienes lo intentaron, pagaron con su vida.

Los años siguientes, 300.000 emigrantes judíos se establecieron en las casas palestinas conquistadas en Yafa, Ramle, Lod o Haifa. Antes, los vencedores se entregarían al pillaje. Según un inventario del Custodio de Propiedad Enemiga, "45.000 casas, 7.000 tiendas, 500 talleres y 1.000 almacenes" árabes fueron saqueados y confiscados. Con las leyes de absentismo de 1950, Israel legalizó el expolio bélico, nacionalizando las tierras y propiedades de los refugiados. En el campo, medio millar de aldeas palestinas fueron dinamitadas.