La Universidad de Cambridge está de luto. El atentado del viernes ha golpeado de lleno la prestigiosa institución. «Estoy destrozado», declaró el vicerrector Stephen J. Toope. Las dos víctimas mortales del ataque eran antiguos alumnos de la universidad y uno de sus empleados se encuentra entre los heridos. Todos ellos participaban en el seminario Learning Together (aprendiendo juntos) sobre la rehabilitación de presos celebrado en el histórico edificio de Fismonger’ Hall.

Uno de los invitados, Usman Khan, llevó a cabo la agresión. La cita era señalada. El proyecto cumplía cinco años de existencia y, «lo que debía haber sido una alegre oportunidad para celebrar los logros de este programa único de transformación social, presidido por nuestro Instituto de Criminología, se convirtió en un acto criminal inexplicable», señala Toope.

Scotland Yard identificó a la fallecida como Saskia Jones, de 23 años, que colaboraba con la policía en la ayuda a familias afectadas por algún tipo de incidente. Un día quería trabajar para las fuerzas de seguridad. Había acudido a la conferencia en calidad de voluntaria. Su familia afirma que era una apasionada de la lucha contra la injusticia.

Khan también acabó con la vida de Jack Merritt, de 25 años, coordinador del programa de rehabilitación. Su foto, la de un joven rebosante de salud y optimismo, figuraba el domingo en la portada de todos los medios británicos y había sido colocada en el puente de Londres, junto a ramos de flores y notas llenas de afecto y cariño. Un grupo de sus amigos, visiblemente emocionados, permaneció unos instantes en el lugar.

Merrit que estudió Derecho en la universidad de Manchester y se doctoró en Cambridge, estaba volcado en la reinserción de presos. Sus comentarios en Twitter dejaban claro la preocupación que sentía por la justicia social y la lucha contra la exclusión. Su padre le ha rendido homenaje: «Era un campeón de los desvalidos de cualquier lugar».