La Fiscalía alemana ha solicitado hoy pena de prisión para la presunta pareja de espías rusos que durante más de veinte años trabajó supuestamente para Moscú, uno de los procesos sobre espionaje más importantes desde el final de la guerra fría.

Ante la Audiencia Superior de Stuttgart, el fiscal ha pedido que se castigue con siete años y medio al principal acusado y con cuatro años y medio a su mujer al considerar el daño causado a la soberanía por la revelación de secretos.

Los dos presuntos espías, detenidos en 2011, tienen algo más de cincuenta años y vivían en Alemania como una familia normal con los nombres falsos de Heidrun y Andreas Anschlag, padres de una hija.

Según la acusación, ambos habrían trabajado durante más de veinte años en la Alemania unificada para el Servicio de Espionaje Exterior (SVR) de Rusia, con el que se comunicaban a través de radio de onda corta y satélite.

La Fiscalía estima que sólo entre 2008 y 2011 podrían haber filtrado a Rusia alrededor de quinientas notas y documentos relacionados con la Alianza Atlántica, la UE y el Gobierno holandés, con informaciones, por ejemplo, sobre las misiones en Kosovo, Afganistán o Libia.

Su fuente de información, apuntan las investigaciones, era un trabajador del Ministerio de Asuntos Exteriores de Holanda condenado en su país a doce años de prisión y al que la pareja sobornaba.

Andreas Anschlag grababa los documentos holandeses en memorias USB que pasaba a los servicios secretos rusos por distintas vías pactadas previamente, como cavidades en el suelo.

La verdadera identidad de la pareja no es conocida ni por el tribunal.

Según sus pasaportes austríacos, conseguidos a partir de documentos falsos, ambos tendrían raíces sudamericanas, aunque en realidad son rusos.