Las tensiones entre flamencos y francófonos por el control político y lingüístico de la periferia de Bruselas provocaron ayer la caída del Gobierno federal belga, hundiendo al país en una nueva y grave crisis. El primer ministro, el democristiano flamenco Yves Leterme, presentó su dimisión al rey, cinco meses después de haber asumido la gestión de Bélgica. El rey Alberto II, sin embargo, decidió darse un tiempo para reflexionar si aceptaba o no esa dimisión.

El monarca, que intenta evitar las elecciones anticipadas, señaló que una crisis política en las actuales circunstancias sería "inoportuna y causaría un grave perjuicio al bienestar económico y social" de los ciudadanos belgas. Una crisis política, añadió el rey Alberto, también debilitaría el papel de Bélgica en la Unión Europea (UE). Bélgica debe asumir a partir del 1 de julio la gestión semestral de la UE, tras concluir el mandato español.

DEFECCION LIBERAL La crisis fue precipitada por el abandono de los liberales flamencos (VLD) de la coalición gubernamental democristiana-liberal-socialista de cinco partidos, que aseguraba una mayoría parlamentaria.

Los liberales flamencos justificaron su defección por la imposibilidad de llegar a un acuerdo con los partidos francófonos sobre la escisión del distrito electoral y judicial que une Bruselas con los 35 municipios de su periferia flamenca.

La supresión de esa entidad es una vieja exigencia nacionalista de Flandes, la región más rica, dinámica y poblada de Bélgica. Los nuevos líderes del VLD, en caída libre en los sondeos electorales, prefieren forzar unas elecciones anticipadas ahora que esperar al 2011, aunque signifique pasar a la oposición.

El distrito Bruselas-Hal-Vilvoorde (BHV) fue creado en 1963 al fijarse la frontera lingüística del país para preservar los derechos de los ciudadanos francófonos residentes en esa zona de Flandes. Su supresión recortaría los derechos políticos, lingüísticos y judiciales de los 150.000 francófonos residentes en la periferia flamenca de Bruselas.

PROPUESTA FALLIDA El exprimer ministro belga Jean-Luc Dehaene (democristiano flamenco) presentó el martes una propuesta para disolver el distrito Bruselas-Hal-Vilvoorde y reconstituir la homogeneidad política y lingüística de Flandes. La propuesta fue considerada inaceptable por los partidos francófonos, porque no incluía suficientes garantías para preservar los derechos de los francófonos.

Los partidos francófonos, que representan al 40% de la población belga, sospechan que la supresión del distrito de Bruselas-Hal-Vilvoorde (BHV) es el primer paso de Flandes para forzar la transformación de Bélgica en un estado confederal, que abriría el camino para una posterior independencia de Flandes.

Los simpatizantes del extremista Vlaams Belang (Interés Flamenco) aprovecharon la crisis gubernamental para colgar en el Parlamento belga una pancarta reclamando la independencia de Flandes, mientras los diputados del partido entonaban en el hemiciclo el himno de Flandes.