A pocos días de que las tropas israelís se retiren definitivamente de la franja de Gaza y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) asuma todo el control, casi un centenar de enmascarados asesinaron ayer en el corazón de Gaza a Musa Arafat, asesor del presidente de la ANP, Mahmud Abbás, Abú Mazen , primo del fallecido Yasir Arafat y exhombre fuerte de las fuerzas de seguridad. El asesinato pone de manifiesto el caos en Palestina, repleta de facciones armadas que imponen su ley con impunidad.

Porque impunidad es la única forma de definir lo que ocurrió ayer en Gaza. Sobre las cuatro de la madrugada, un centenar de enmascarados tomaron al asalto la casa de Arafat en la calle de Rabat --tras un tiroteo de media hora con su milicia personal en el que se lanzaron granadas antitanque--, mataron al asesor de Abú Mazen y secuestraron a su hijo mayor, Manhal. Después, arrastraron unos 400 metros el cadáver y, en plena calle, vaciaron varios cargadores en él y lo atropellaron con saña. Todo ello en una zona que se supone que es de las más seguras de Gaza, ya que la residencia de Abú Mazen se encuentra en las cercanías.

SIN LUTO Ayer, en contra de lo que es habitual, muy pocos curiosos merodearon por el lugar donde el cadáver de Arafat fue ultrajado o por su casa. Y es que hubo muy pocas muestras de luto por la muerte de uno de los políticos más odiados de Palestina. "Lo hemos ejecutado en nombre de la justicia por sus incontables crímenes y por su corrupción", declaró a este diario Abú Abir, portavoz de los Comités de Resistencia Pública (CRP), que se atribuyeron el asesinato y el secuestro.

Los CRP es una milicia popular formada por disidentes de Al Fatá --aunque hay miembros de Hamás y de la Yihad Islámica-- que se hicieron fuertes en los campos de refugiados por sus enfrentamientos contra las tropas israelís. Amparados por esta popularidad, los CRP atacaron objetivos israelís --varios de sus miembros fueron absueltos por un atentado contra un convoy diplomático de EEUU en el 2003 en el que murieron tres estadounidenses-- e iniciaron una campaña de "depuración" de la corrupción de la ANP.

OBJETIVO PRINCIPAL Arafat, contra el que habían atentado varias veces en vano, era uno de sus objetivos principales. "Presentamos muchas veces cargos contra él, pero la ANP nunca hizo nada", afirmó Abú Abir. Según el portavoz, los CRP retendrán al hijo de Arafat para interrogarlo y después negociarán su entrega. "Esto es el primer paso. Tras la retirada israelí vamos a construir la nación, y queremos que sea un país limpio", desafió Abú Abir a la ANP.

Una ANP que reaccionó con tibieza, condenando el atentado, prometiendo una investigación y declarando el estado de emergencia. Pero a nadie se le escapa que el asesinato prueba una vez más su incapacidad para imponer la ley en los territorios palestinos, especialmente en Gaza, donde la violencia política y común aumenta cada día que pasa. En la franja, las facciones políticas y los cabecillas de Al Fatá usan grupos armados para dirimir sus luchas de poder, mientras las familias no acuden a la justicia para solucionar sus diferencias, sino que se toman la justicia por su mano. En este contexto, las atomizadas, ineficaces y aún corruptas fuerzas de seguridad tienen mucho trabajo por delante y muchas dificultades para hacerse respetar.

POCO TIEMPO Pero el tiempo se les echa encima. Israel anunció ayer que la retirada final de sus tropas de las colonias, una vez destruidas las casas y desmanteladas las bases, se completará entre el lunes y el miércoles próximos. Está por ver si la ANP podrá mantener el orden y controlar un asalto popular y a Hamás, que quiere capitalizar la retirada israelí con la vista puesta en las elecciones legislativas del 25 de enero. Comicios que se perfilan como la próxima cita de este conflicto: el ministro de Exteriores israelí, Silvam Shalom, dijo ayer que Israel no permitirá que Hamás, como ha anunciado, participe en la votación.