Un aviso a navegantes, un giro negociador en la recta final del diálogo, cuando hay que repartirse las sillas, o un ejercicio de sinceridad. Cualquiera de las tres interpretaciones sirve para lo que hizo ayer Hamás: afirmar que el nuevo Gobierno de unidad nacional que el movimiento islamista y Al Fatá están pactando seguirá sin reconocer a Israel.

No fue un comentario cazado al vuelo, sino que un portavoz islamista en Gaza --Fauzi Barhum-- y el número dos del liderazgo político en el exilio --Musa Abú Marzuk-- transmitieron el mismo mensaje. "Rechazamos la solución de los dos estados porque es un claro reconocimiento de Israel", dijo Barhum. "Si las dos Coreas no se reconocen, y China y Taiwán tampoco, ¿por qué debe Palestina reconocer a Israel?", se preguntó Marzuk. La respuesta es clara: porque si el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no lo hace, EEUU y la UE no levantarán el boicot económico que ha creado una enorme crisis en los territorios. Este es el objetivo del presidente de la ANP, Mahmud Abbás, alias Abú Mazen , para forjar el Gobierno de tecnócratas que lleva meses negociándose. Si este Gobierno no es aceptable para Occidente, el boicot continuará.

CRITICAS HEBREAS Para Israel difícilmente lo será, como adelantó el director de los servicios de información internos, Yuval Diskin, quien dijo que este Ejecutivo "no es bueno para Israel, ya que Hamás seguirá controlándolo desde la sombra y a salvo de la presión internacional". Diskin descalificó a Mohamed Shubair, islamista moderado exrector de la Universidad Islámica a quien las quinielas colocan como futuro primer ministro, al afirmar que el centro es "un caldo de cultivo de saboteadores y asesinos".

Desde Al Fatá no se dio mucha importancia a las declaraciones de Hamás, ya que saben que la clave del pacto de Gobierno será una retórica lo suficientemente ambigua para que Abú Mazen afirme que el Gobierno cumple las condiciones y Hamás, que no reconoce a Israel.