La guerrilla libanesa de Hizbulá empezó ayer a enseñar sus verdaderas cartas. Varias salvas de proyectiles cayeron sobre la ciudad industrial de Haifa, a 35 kilómetros de la frontera norte de Israel, matando a ocho trabajadores ferroviarios. El secretario general de la organización fundamentalista, Hassan Nasrala, dijo que se evitó hacer blanco sobre las instalaciones petroquímicas situadas junto al puerto de la ciudad, a escasos metros de donde cayó el mortífero proyectil, pero amenazó con volarlas si Israel continúa con sus bombardeos sobre Beirut. "Un ataque sobre las refinerías habría sido un desastre para los residentes. Les dimos cerca con la intención de evitar una escalada", afirmó.

Con un discurso cada día más semejante al de Israel y los grandes líderes de Occidente, Nasrala aseguró que la intención de Hizbulá, organización terrorista para la UE y EEUU, no es matar a civiles, sino demostrar su poder de disuasión. Como respuesta inmediata a este ataque sin precedentes, Israel anunció una gran ofensiva sobre el sur del Líbano. Pero el Estado judío empieza a verle las orejas al lobo y a saber que en esta guerra tiene también mucho que perder, por lo que la opción de un alto el fuego ya no es descabellada.

"ISRAEL NO ATACA A CIVILES" "El sentido común nos obliga a ser comedidos. Esta lucha se resolverá por medio de negociaciones con países amigos y socios para el futuro", dijo ayer el primer ministro israelí, Ehud Olmert. Su portavoz, Mary Eisin, escurrió el bulto sobre el asesinato el sábado de 15 niños y 4 adultos libaneses abatidos por un misil israelí mientras huían. "No tengo los detalles, Israel no ataca a civiles. Esto es una guerra y lamentamos lo ocurrido", dijo en declaraciones a este corresponsal.

Pero los civiles volvieron ayer a ser los principales sufridores. En total, 43 personas fueron abatidas en el sur del Líbano durante varios ataques diurnos que también destruyeron algunas posiciones de la guerrilla.

Desde el miércoles, la aviación ha llevado a cabo más de 1.000 bombardeos, según fuentes militares israelís. A última hora de la tarde, el Ejército dio un ultimátum de tres horas a la población del sur para que se fuera al norte. "Vamos a atacar con dureza, será mejor que se vayan y nos dejen trabajar", declaró el general Udi Adam.

Una ofensiva que está llamada a inflamar todavía más el conflicto. Tras reaparecer ante las cámaras después de que Israel tratara de asesinarlo el pasado viernes, Nasrala aseguró que su organización dispone de armamento para atacar cualquier ciudad del Estado israelí. El máximo dirigente de Hizbulá llamó al mundo árabe e islámico a unirse a la batalla "ante la oportunidad histórica de derrotar al enemigo sionista". "Estamos dando ejemplo --dijo-- y luchando por la "nación islámica"

Con la intención de tratar de poner un poco de orden en el caos, el jefe de la diplomacia de la UE, Javier Solana, llegó ayer a Beirut, adonde también se trasladó un enviado especial de la ONU, Vijai Nambiar. Unas visitas que, a todas luces llegan tarde, cuando la chispa hace días que se convirtió en llama.

Por su parte, Siria, declaró ayer a través de su ministro de Información que responderá "directamente con firmeza y sin escatimar medios a cualquier agresión sobre su país". La posibilidad de que Israel abra un tercer frente bélico, además de Gaza y el Líbano, sigue siendo un rumor, pero cuando el río suena es porque agua lleva.