François Hollande ha abandonado por primera vez su ambigüedad en relación a la convergencia europea. El presidente francés se ha mostrado dispuesto a dar un salto adelante en la unión política y propone un plazo de dos años para "dar contenido"a este proceso. Ha defendido también la instauración de un "Gobierno económico" para armonizar la fiscalidad, la política social y la lucha contra el fraude fiscal y que se reúna una vez al mes en torno a un presidente estable, una iniciativa que impulsó su antecesor, Nicolas Sarkozy.

"La Unión Europea exige movimiento. Si no avanza, se cae, peor, se borra del mapa del mundo. Alemania reclama una nueva etapa política, Francia está dispuesta", ha proclamado en la introducción de la segunda rueda de prensa que convoca en el Elíseo desde que llegó al poder hace un año.

Hollande ha enmarcado este anuncio en la presentación de las grandes líneas de su política para el segundo año de su mandato, que ha calificado como un período de "ofensiva" tras haber emprendido las primeras reformas y, según él, estabilizado el país pese a que su economía ha entrado en recesión y el poder adquisitivo ha retrocedido por primera vez en los últimos 30 años.

En la nueva etapa, Hollande exigirá el cumplimiento del pacto por el crecimiento firmado con los países de la zona euro al principio de su mandato y la aceleración "antes del 2014" de acuerdos como el plan de inserción para los jóvenes, dotado con 6.000 millones de euros. Entre los ejes de la política europea para relanzar la economía ha señalado también la "transición energética".

Primera potencia mundial

"Europa es la primera potencia del mundo y es vista como un continente enfermo", ha lamentado Hollande antes de proclamar que Francia es una nación profundamente europea pese a las reticencias que expresan los ciudadanos.

El presidente francés, que ha renovado su confianza en su criticado primer ministro, Jean Marc Ayrault, ha juzgado "indispensable la pareja franco-alemana" para hacer avanzar a Europa y liberarla de una política de austeridad que, a su juicio, "amenaza la identidad misma de Europa". Ha aludido así al crecimiento de los partidos populistas y antieuropeos que explotan el miedo de los ciudadanos en un contexto de crisis.