Con sus temibles vientos de más de 170 kilómetros por hora, el huracán Isabel barrió ayer las costas de Carolina del Norte (EEUU), dejó a casi 600.000 personas sin electricidad, forzó la cancelación de un millar de vuelos y la casi total suspensión de actividades en la capital federal, Washington. Hasta el presidente del país, George Bush, abandonó la ciudad para ponerse a cubierto. "Estamos muy bien preparados", aseguró el presidente antes de trasladarse a su residencia de Camp David y añadió: "cuando el huracán impacte, responderemos de forma efectiva".

Hacia el mediodía, el ojo del huracán comenzó a rozar los Outer Banks, una estrecha cadena de islas en las costas de Carolina del Norte, según indicó el Centro Nacional de Huracanes en Miami (Florida), y tocó tierra continental a la una de la tarde. "Todavía es una tempestad muy bien formada", dijo el director del centro, Max Mayfield, a pesar de que la fuerza de Isabel fue degradada a la categoría dos desde la máxima de cinco que tuvo días atrás. A su paso por cabo Hatteras la marea subió más de un metro y medio y en Virginia Beach las mastodónticas olas destruyeron parte de un muelle.

CUANTIOSOS DAÑOS

Se esperaba que el huracán siguiese causando lluvias torrenciales acompañadas de vientos de al menos 120 kilómetros por hora durante toda la tarde, a medida que ascendía tierra adentro hacia el norte en su trayectoria. Isabel tenía previsto pasar por Carolina del Norte, Virginia, Pensilvania y Nueva York, antes de disiparse el sábado en Canadá.

En previsión de unos daños que ayer se calculaban por encima de los mil millones de dólares, el gobernador de Carolina del Norte, Mike Easley, pidió la declaración del estado de desastre para recibir las ayudas públicas. Sus colegas de Pensilvania, Virginia Occidental, Maryland, Virginia y Delaware declararon el estado de emergencia, temiendo los estragos del huracán.

En las zonas más afectadas por Isabel se prepararon docenas de refugios para acoger a los desplazados. Sólo en Carolina del Norte y Virginia unas 300.000 personas fueron evacuadas, aunque hubo miles que decidieron quedarse. En Virginia Beach, la policía instó a los que se quedaron que se escribieran el nombre en el antebrazo con tinta indeleble, para que pudieran ser identificados en caso de accidente.

A mediodía de ayer no había ninguna víctima mortal pero la advertencia del peligro se extendía desde cabo Fear, en Carolina del Norte, hasta la ciudad de Nueva York. El tráfico aéreo se detuvo prácticamente en toda la costa este de EEUU, con la cancelación de vuelos en 19 de los principales aeropuertos. También se cerraron numerosas escuelas en los estados afectados por la trayectoria del huracán.

LA CAPITAL SE PROTEGE

En Washington, el Gobierno tomó numerosas medidas para minimizar su impacto. "Es una tempestad mala que se nos acerca", dijo el alcalde, Anthony Williams, antes de que la capital federal se transformara en una ciudad muerta a causa de Isabel . A las 11 de la mañana se suspendió el transporte público para forzar a la población a permanecer en sus hogares, ante la previsión de lluvias y vientos de hasta 120 kilómetros por hora.

Bush abandonó la ciudad la noche del miércoles y se refugió en Camp David, en las vecinas montañas de Maryland. A media mañana, el Capitolio era una colina desierta. En el Pentágono, sólo trabajó el personal de emergencia. Hasta los animales del zoo fueron trasladados a instalaciones cerradas para protegerlos.