El lunes. Este es el límite que, según la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, ha dado el Gobierno israelí a su Ejército para continuar la ofensiva en el sur del Líbano antes de decretar un alto el fuego. Y es que horas después de que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la resolución 1701 que exige el fin de las hostilidades, las partes del conflicto --Israel, Hizbulá y el Líbano-- dieron su apoyo al texto, pero los combates se intensificaron, ya que Israel triplicó sus tropas en el sur del Líbano y tomó posiciones en el río Litani, a 30 kilómetros de la frontera.

El paréntesis que la votación de Nueva York ha abierto es muy peligroso, después de que la diplomacia tardara un mes en consensuar un texto. Israel argumenta que el alto el fuego no puede entrar en vigor hasta que hoy se apruebe el texto y, mientras, "limpia" el sur del Líbano.

Por su parte, el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, transmitió un mensaje ambiguo: la milicia acepta la resolución --pese a considerarla "injusta"-- pero ejercerá su "derecho a defender el Líbano mientras continúe la agresión". "La guerra no ha terminado. Sigue habiendo ataques y víctimas. Nada ha cambiado y no parece que nada vaya a cambiar mañana", sentenció.

APURAR LAS HORAS Tácticamente parece que ambas partes, sobre todo la israelí, tratan de apurar las horas. Pero mientras continúe la actividad bélica será difícil sentar las bases para pactar una fecha del alto el fuego, y siempre se corre el riesgo de que una matanza de cualquiera de los bandos convierta la resolución en papel mojado. "El combate continuará hasta que se decida el alto el fuego y, sobre todo, hasta que se establezca un mecanismo para su aplicación", declaró el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, quien habló de una semana más de ofensiva.

En estos términos, la semana o diez días que calculaba ayer el enviado especial de la ONU a Oriente Próximo, Alvaro de Soto, para que lleguen las tropas internacionales al Líbano son todo un mundo. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, tiene intención de reunirse con representantes israelís y libaneses de inmediato para pactar la fecha del alto el fuego. Annan tuvo palabras muy duras en su intervención, y dijo que se sentía "profundamente decepcionado porque el Consejo no había pactado una resolución mucho antes". El texto prevé el despliegue en el sur del Líbano de 15.000 cascos azules y del Ejército libanés de forma simultánea al repliegue de las tropas israelís y la retirada de Hizbulá, pero no exige el desarme de la milicia ni condiciona el alto el fuego a la entrega de los soldados capturados.

SATISFACCION Una resolución que, sobre el papel, satisface a todas las partes: el Gobierno libanés tenía previsto aprobarla ayer, e Israel lo hará hoy, la milicia shií acata "la decisión del Ejecutivo del Líbano" y el presidente de EEUU, George Bush, la ve como una oportunidad "para que la comunidad internacional convierta las palabras en hechos y logre una paz duradera".

Pero los hechos aún hablan de guerra y de más de veinte muertos, entre civiles y soldados israelís, en los combates y bombardeos de ayer. El objetivo de la ofensiva israelí es llegar hasta el río Litani y cortar en dos a Hizbulá. Para ello, centenares de soldados tomaron diferentes posiciones cercanas al río. Especialmente cruenta fue la batalla en Ghandouriyeh, una aldea situada a dos kilómetros del Litani. Los combates se reprodujeron en todo el sur, dejando siete soldados muertos y una veintena heridos. El Ejército israelí afirmó haber matado a 40 milicianos shiís.

80 OBJETIVOS Las fuerzas aéreas israelís bombardearon 80 objetivos, incluyendo la aldea de Rshaf --donde murieron al menos 15 personas--, Tiro, Sidón (a cuya población dejaron sin electricidad) y la única carretera que quedaba intacta entre el Líbano y Siria, lo que dificultará aún más la llegada de ayuda humanitaria. Hizbulá volvió a dispara katiuskas contra el norte de Israel, aunque menos de lo habitual y sin causar víctimas.