Si no las escuelas, que siguieron cerradas, los comercios de la capital de Jamaica, Kingston, reabrieron ayer tímidamente en un intento de volver a la normalidad después de tres días de enfrentamientos de soldados y policías con hampones y vecinos de los barrios pobres seguidores de Cristopher Dudus Coke.

La policía siguió buscando infructuosamente a ese narcotraficante reclamado por EEUU, mientras los jamaicanos se preguntaban si la violencia de estos días implica un tijeretazo a los lazos históricos entre las bandas mafiosas y los partidos políticos.

Washington aplaudió las "medidas valientes" de un primer ministro, Bruce Golding, que llegó a verse salpicado por las suspicacias. Hasta el punto que su portavoz, Lois Grant, tuvo que salir a desmentir las informaciones que vincularon personal y económicamente a la primera autoridad con el padrino Coke. Grant afirmó que esas difamaciones forman "parte claramente de una conspiración para minar el Gobierno debidamente elegido de Jamaica".

La oposición jamaicana considera a Golding un viejo "cliente" de Dudus Coke, ya que surgió como parlamentario con los votos del barrio de Tivoli Gardens, feudo del capo, y su Gobierno ha apoyado con permisividad y subsidios los negocios de Coke. El gobernante Partido Laborista de Jamaica (JLP) ha estado vinculado al clan mafioso de los Coke, como otros políticos han utilizado a las más de 250 bandas que operan en el país para arrastrar a la gente y conseguir más votos.

EEUU reiteró que apoya "los esfuerzos del Gobierno jamaicano para hacer respetar el Estado de derecho y arrestar a Cristopher Coke". La resistencia de las bandas y los vecinos en Tivoli Gardens y West Kinsgton, sus choques con la policía y el Ejército provocaron esta semana más de 60 muertos.