La junta militar que ha asumido el poder en Egipto ya ha tomado relevantes decisiones. El Ejército anunció ayer la disolución de las dos cámaras del Parlamento, la suspensión de la Constitución y la garantía de que estará al frente del país un máximo de seis meses hasta la celebración de elecciones presidenciales y legislativas.

La capital egipcia intentaba ayer recuperar la normalidad. No sin dificultad, el tráfico volvió a circular por la plaza Tahrir, epicentro de las revueltas populares, a pesar de que millares de personas todavía eran reticentes a abandonarla. Y es que los irreductibles de la plaza no quieren bajar la guardia ante un proceso que abre múltiples interrogantes.