Cuando, tras poco menos de un mes de espera, por fin llegaron los resultados preliminares de las presidenciales afganas, ya casi eran lo de menos. El anuncio de ayer de la comisión electoral que concedía la reelección al presidente Hamid Karzai sin necesidad de una segunda vuelta quedó casi sepultado por el alud de denuncias de fraude que socava la credibilidad del proceso electoral y, con ello, la de toda la estrategia occidental en Afganistán. La UE ve "sospechosos" 1,5 millones de votos, uno de cada cuatro. Karzai entró al trapo y, por boca de su equipo de campaña, llamó "irresponsables" a los observadores europeos.

La fumata blanca de la comisión electoral es solo preliminar, y la reelección de Karzai no se proclamará, si procede, hasta que termine la investigación de las denuncias de fraude, que durará varias semanas. En todo caso, el escrutinio oficial de los comicios del 20 de agosto da al presidente el 54,6% de los votos, una holgada mayoría absoluta que le ahorraría el trago de una segunda vuelta. Su principal rival, Abdulá Abdulá, se queda en el 27,7%, y la participación, en un modesto 38,7%, es decir, algo más de 5.900.000 votos.