El poder quema y desgasta. El inevitable proceso de combustión se agudiza cuando quienes atizan la hoguera son los mismos que deberían gobernar unidos. Ese ha sido el caso del Partido Laborista en el Reino Unido. Después de una larga agonía bajo el liderazgo de Gordon Brown, la derrota en las últimas elecciones le ha dejado exhausto y descolocado en el inesperado mapa de la política británica.

Desde la oposición, los laboristas no solo tendrán que vérselas con una nueva generación de ambiciosos conservadores. Los liberales demócratas, aliados circunstanciales contra los tories en otros tiempos, no acudirán esta vez en su ayuda. El sorprendente ascenso de Nick Clegg y los suyos al Gobierno ha dejado a los herederos de Tony Blair completamente solos.

A esa difícil situación se añade el estado interno de un partido cuya cúpula ha sido, durante los 13 años que dirigió el país, un nido de pirómanos y cainitas. Incluso ahora, en plena elección de un nuevo líder, los navajazos y revanchas continúan. El último ajuste de cuentas ha venido de Peter Mandelson. El que fuera uno de los principales arquitectos del Nuevo Laborismo ha publicado esta semana unas memorias desoladoras. Mandelson, que hoy posee el título de lord, describe una pelea encarnizada de egos, los de Blair y Gordon Brown, fomentada y sostenida por sus respectivas camarillas.

En El tercer hombre , como se titula el libro, los comentarios sobre los antiguos compañeros de ruta tienen mucho de navajazo trapero. Blair, según Mandelson, veía a Brown como un enemigo desequilibrado, obsesivo y peligroso. Mandelson vacía el Nuevo Laborismo de cualquier fin ideológico o sentido ético. El suyo es un relato de rencillas y vendetas personales nada edificante. Hubo conspiraciones para hacer saltar a Blair y este estudió dividir el departamento del Tesoro para restar poder a Brown.

LUCHAS INTERNAS El antiguo dirigente del partido Neil Kinnock ha criticado a Mandelson por haberse convertido en "una caricatura de sí mismo". Pero el exviceprimer ministro John Prescott ha admitido que las luchas internas pudieron costarles las últimas elecciones. Los ataques que resurgen ahora desfiguran, en su opinión, el legado reciente del laborismo. "¿No podemos olvidarnos de todo eso?", se pregunta Prescott.

El diario The Guardian recuerda esta semana en un editorial cómo los políticos laboristas se han quejado "durante 15 años, del interés de los medios de comunicación por los chismes y el cotilleo". Apunta también cómo reprochaban a los periodistas que "solo quieren hablar de personalidades, inventando, exagerando historias sobre las diferencias en la cúpula del Gobierno". En los textos que escriben, sin embargo, como el diario les reprocha, no hay en cambio contribución intelectual alguna. Ni análisis sobre el futuro del partido, ni debate de ideas. Al parecer, Blair está "líbido", con las revelaciones de Mandelson.