Siria y el Líbano anunciaron ayer que reanudarán las negociaciones para delimitar su frontera común y cooperarán para aclarar el paradero de los desaparecidos en ambos países, después de que la víspera anunciaran la apertura de embajadas. Esos son los resultados de la visita a Damasco del presidente libanés, Michel Suleimán. Una visita his-tórica, no solo porque es la primera desde la guerra civil (1975-1990) en la que un líder libanés es recibido en Damasco como un jefe de Estado, sino por los pactos firmados.

Las fronteras del Líbano, llamado entonces El gran Líbano , fueron delimitadas en 1920, bajo el protectorado francés, tras los acuerdos de Sykes-Picot (1916). Pero Siria nunca reconoció la existencia del Líbano. Consideraba ilegítimos estos acuerdos y rechazó lo que definió como una "fragmentación de la nación siria". Varias veces desde la independencia del Líbano (1943), Beirut reclamó la apertura de embajadas en vano.

En el trazado de las fronteras de 1920, varios trozos quedaban vagamente delimitados o impugnados. Entre ellos, la zona de las granjas de Shebaa, ocupadas por Israel en 1967. Sobre este asunto, el ministro de Exteriores sirio, Walid al Moalem, puntualizó que "no se puede delimitar la frontera de Shebaa porque está ocupada".

Otro tema candente, el de los presos, ha sido obviado por ambos mandatarios. Ambos presidentes "han eludido la cuestión de los presos. Han hablado de los desaparecidos durante la guerra civil (17.000), pero no hay motivo para mezclar los dos temas", afirmó a este diario el diputado de la mayoría Samir Frangié. El presidente libanés ha logrado hacerse escuchar.