Mientras Muamar Gadafi seguía llamando a sus partidarios a la resistencia desde algún lugar de Libia, los jefes de los rebeldes recibían el jueves en París un espaldarazo de la comunidad internacional tanto en el terreno político como en el económico y militar.

Bajo la presidencia del jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, y del primer ministro británico, David Cameron, los 60 países y organizaciones reunidos en el palacio del Elíseo llamaron a la reconciliación para sacar adelante la Libia democrática, acordaron desbloquear 15.000 millones de dólares del régimen totalitario para reconstruir el país y anunciaron que los ataques de la OTAN se mantendrán mientras no caiga el dictador.

Por primera vez, el consenso se extendió hasta países tan reticentes a la operación militar lanzada por los aliados hace seis meses como Rusia. Horas antes de iniciarse la Conferencia de Amigos de Libia, la federación rusa emitó un comunicado anunciando el reconocimiento oficial del Consejo Nacional de Transición (CNT) como autoridad legítima del país.

También Alemania, que hasta ahora se había mantenido al margen, se sumó a la voluntad conjunta de abrir la etapa pos-Gadafi con la presencia de la cancillera Angela Merkel. Promesa de Argelia Pekín, que al igual que Moscú se abstuvo en la votación de la resolución 1973 de la ONU, dio un giro al valorar el "importante papel del CNT para resolver la crisis".

Incluso la vecina Argelia, que ha acogido en su territorio a una parte de la familia de Gadafi, prometió reconocer al CNT en cuanto este forme "un nuevo Gobierno representativo de todas las regiones del país". A excepción de Sudáfrica, todas las potencias mundiales acudieron a la cita.