Es la nueva estrella de la política británica. Con un físico más que aceptable, se mueve con confianza ante las cámaras y es un buen comunicador. El hombre que ha dado un vuelco a la campaña electoral del Reino Unido no responde al perfil tradicional de los líderes del país. Nick Clegg conoce y aprecia Europa. Durante una década trabajó en Bruselas, donde tuvo una exitosa carrera como colaborador del antiguo comisario británico, el conservador Leon Brittan. Irónicamente, fue Brittan, un tory, quien le metió en la política.

Hijo de un banquero de ascendencia aristocrática rusa y de una madre holandesa, Clegg habla cinco idiomas. El internacionalismo lo lleva en la sangre y lo practica en casa. Está casado con una española, la abogada Miriam González Durantez, a la que conoció en el Colegio de Europa de Brujas. La pareja vive en Londres y tiene tres hijos pequeños, Antonio, Alberto y Miguel. Cuando nació el primero, Clegg se tomó un largo permiso paterno para cuidar del bebé, para que su mujer pudiera volver al trabajo. "Es muy importante que ella tenga su vida y su propia carrera", dijo para ejemplo de muchos de sus colegas.

Al Parlamento llegó tras estudiar antropología en la universidad de Cambridge, donde interpretó como actor aficionado una obra, Cyrano de Bergerac , dirigida por otro estudiante llamado Sam Mendes. Instructor de esquí hasta que se rompió una pierna y apasionado del tenis, también tanteó otros oficios, como el periodismo o la literatura, con una novela al estilo El otoño del patriarca que, a su juicio, "da vergüenza de lo mala que es".

Ignorado

Diputado por Sheffield Hallam desde el 2005, solo dos años más tarde, cuando tenía 40, se convirtió en el líder de un partido más joven del Reino Unido. Sucesor del veterano sir Menzies Campbell, Clegg se puso como objetivo forjar "una alternativa liberal" al bipartidismo. Conservadores y laboristas tienden a ignorar sus intervenciones en la Cámara de los Comunes. Muy pronto puede convertirse en el personaje más cortejado por unos y otros.