La cumbre de los ocho países más ricos (G-8) en L´Aquila, ampliada a 14 con los emergentes y luego a 20 con los que se asoman al desarrollo, acabó ayer con loas y críticas, como es costumbre. Los ricos apostaron contra el hambre que sufren 1.000 millones de personas en el planeta poniendo en el último momento sobre la mesa 14.000 millones de euros para los próximos tres años, pero las oenegés denuncian que hicieron lo mismo en el 2005 y no cumplieron, y critican que su gestión dependa del Banco Mundial. La Liga Mundial de las Cooperativas afirma que en los últimos ocho meses "los bancos han recibido un 90% más de ayudas financieras públicas que los países pobres en 49 años de cooperación internacional".

El presidente de EEUU, Barack Obama, encabezó una iniciativa que va más encaminada al aumento de la producción agrícola de los países pobres mediante la inversión internacional que a la respuesta a emergencias: "No vemos esta ayuda como un fin en sí mismo, sino que su objetivo es crear las condiciones para que ya no haga falta ayudar", dijo el líder de EEUU.

INTENCIONES Los líderes mundiales admiten que la crisis económica está lejos del fin y que lo peor del paro está por llegar, y para impedir otro descalabro como el actual dan instrucciones para elaborar un "código de las finanzas" en el que, en palabras del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, "el derecho a la propiedad sea sagrado, así como los valores éticos".

En el documento figura el pacto de "afrontar la dimensión social de la crisis, colocando los problemas de las personas en primer lugar" y la voluntad de acabar con los paraísos fiscales, la evasión fiscal y la corrupción. El G-8 decidió asimismo rebajar en un 50% los costes del envío de remesas de emigrantes y dar un nuevo impulso a la liberalización del comercio mundial.

Los avances sobre el calentamiento global, tema estrella, fueron "históricos" para Obama, "insuficientes" según el secretario general de la ONU, Ban Kimoon, y "míseros", en opinión de Greenpeace. Hubo pacto en el límite de los dos grados, y los ocho grandes --que suman el 50% de la economía mundial-- se han comprometido a rebajar antes del 2050 el 80% de sus emisiones de CO2 respecto a 1990 o "un año más reciente". En la cumbre de Copenhague de diciembre se verá si los países emergentes aceptan rebajar las suyas un 50%.

EL CONFLICTO DEL AGUA Africa centró también el debate sobre el acceso al agua, que ya desata guerras. No se habla de un derecho universal, ni se destinan fondos añadidos, sino que la solución debe ser demandada al mercado financiero, lo que ya estaba previsto en los Compromisos del Milenio. La asociación mundial de premios Nobel lo consideró "un fracaso". El G-8 sí se compromete a luchar contra la piratería, el tráfico de armas, el blanqueo de dinero y el terrorismo.

En el documento se amonesta a Irán. "La puerta sigue abierta, pero no esperaremos infinitamente", dijo Obama, que también dijo que quisiera "ver menos cumbres y más eficaces".