Tras su pírrico pero suficiente triunfo en las primarias del partido Kadima, la ministra de Exteriores de Israel, Tzipi Livni, tiene por delante 41 días para formar una coalición de Gobierno y ahuyentar las elecciones anticipadas que ayer exigía la oposición. Le esperan semanas de encaje de bolillos, en las que tendrá que optar entre rendirse a las demandas de los ultraortodoxos del Shas o tratar de sobrevivir con una mayoría raquítica. Su victoria ha tranquilizado a los palestinos, que la consideran la mejor opción para seguir con el proceso de paz, pero ha derrumbado a su rival, Saúl Mofaz, quien ayer anunció que se retira del primer plano político.

El columnista del diario Haaretz Yossi Verter ironizaba ayer sobre la buena estrella de Tzipi Livni, a la que siempre han acompañado las circunstancias. Apenas 20.000 votos --"diez veces menos que la ganadora de Ha nacido una estrella ", la versión local de Operación Triunfo -- la han puesto al frente del Kadima y probablemente del país. Pero no ha sido un camino de rosas. Livni quedó muy lejos de la ventaja de 12 puntos que vaticinaban las encuestas. Con una participación del 55%, obtuvo el 43,1% de los votos, frente al 42% de su rival, el ministro de Transportes, Saúl Mofaz. Solo 431 votos les separaron, pero el exjefe del Ejército, en un gesto de altura, renunció a impugnar los resultados. Más tarde, Mofaz declaró que deja el Gobierno y el Parlamento.

LAS CONDICIONES DEL SHAS En su primera comparecencia ante los medios, Livni agradeció a sus votantes la "responsabilidad nacional" que le han otorgado y prometió encarar su nuevo "trabajo con gran respeto". Sin tiempo para descansar, Livni se reunió con los otros tres candidatos del partido y les tendió la mano. "Juntos tenemos una misión: crear un Gobierno estable" afirmó. Para lograrlo cuenta con 41 días de plazo. Su deseo es reeditar la cómoda coalición del Gobierno de Ehud Olmert, quien se espera que dimitirá en los próximos días. En ella concurren el Kadima (29 escaños), los laboristas (19), el ultraortodoxo Shas (12) y el partido de los pensionistas (7). Para lograrlo, Livni tendrá que aflojar la chequera y aceptar las condiciones que le imponga el Shas, la formación de los religiosos sefardís que abandera el rabino Ovadia Yosef.

Su precio hasta ayer era el incremento de las subvenciones a las familias numerosas, un peaje que despierta iras en el Kadima. "Deberíamos formar una coalición sin rendirnos a la extorsión de los ultraortodoxos", dijo Meir Sheetrit, rival de Livni en las primarias. Pero el Shas suele optar al final por la estabilidad y ayer su líder, Eli Yishai, afirmó que se conformarían con una política de apoyo a las clases desfavorecidas. La alianza con los ultraortodoxos tiene implicaciones para el proceso de paz, ya que condicionan su apoyo a que no se negocie el reparto de Jerusalén. Si falla la opción del Shas, a Livni le queda la posibilidad de formar un Gobierno escorado a la izquierda. Para ello tendría que recurrir a los 5 escaños del Meretz, el único partido que se opone a la ocupación, y echar mano puntualmente de los votos árabes israelís. Sería una mayoría pírrica, fuente de inestabilidad.

LA ANP, ALIVIADA La Autoridad Nacional Palestina conoce el cú- mulo de limitaciones que afronta la potencial primera ministra para seguir el proceso de paz. Pero entre ella o el beligerante Mofaz, Ramala aplaudió su victoria. "Livni ha estado profundamente involucrada en el proceso de paz, esperamos que siga por el mismo camino", dijo el negociador palestino Saeb Erekat.

Además, Livni tendrá que devolver la paz a su partido y aguantar la presión de la oposición. "Son los ciudadanos y no los votantes del Kadima quienes deberían elegir a su líder", dijo ayer el jefe del Likud, el derechista Binyamin Netanyahu.