Una vez consumado el fiasco, es la hora de las comisiones de investigación. Una manera como otra de desviar la atención y de buscar un cabeza de turco. Nadie relacionará el vetusto sistema eléctrico de Estados Unidos con el tamaño del Estado, con la poca presencia de la Administración en los sectores básicos. Quizá sólo el lobi eléctrico lo vea. Por eso seguirá presionando en Washington para llevar, ahora, el agua del apagón a su molino. Y el Congreso les respaldará. Y pasará la cuenta al ciudadano.