«En unos años, cuando te pregunten tus hijos dónde estabas, ¿qué vas a decir?», le preguntó Mauricio Macri a un niño durante el último tramo de una campaña electoral que planteó como un renacer desde las cenizas. El presidente esperaba una respuesta de ribetes épicos que algún día, en un futuro, explicara su hazaña política cuando nadie daba un céntimo por él. «En el baño», respondió el niño delante de miles de personas, y su idea de inflamar los corazones de los indecisos se fue por el retrete. Si las encuestas esta vez no fallan quedará como el gran derrotado de los comicios que se celebran hoy y que en el 2017 imaginó como un simple trámite administrativo de renovación de su mandato.

En dos años la economía del país se ha ido a pique y dejó a sus sueños debajo de los escombros de la realidad. Cuando en agosto pasado perdió las primarias ante el peronista Alberto Fernández por más de 15 puntos, el horizonte se ensombreció. Subió el precio del dólar y Macri responsabilizó a los votantes de sus decisiones en las urnas. Luego se disculpó a medias. La culpa de todo, insistió, la había tenido el kirchnerismo que, dijo, le había dejado un país en ruinas.

Macri llegó al poder en el 2015 con la promesa de una «revolución de la alegría». Aseguró que, de la mano de la coalición de derechas Cambiemos, los argentinos recuperarían su prosperidad. En estos años, el salario cayó casi un 25%, la inflación del 2019 será del 65%. Han cerrado 20.000 empresas. La recesión es tan profunda que se ha ensañado hasta con el sexo. Tras siete décadas dejó de funcionar Cidal, el primer fabricante de preservativos de látex.

El Gobierno ha recibido el mayor préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la historia del organismo (57.000 millones de dólares), pero se ha declarado incapaz de afrontar los vencimientos con los acreedores privados. La deuda externa aumentó 187.000 millones de dólares y llega en la actualidad a 283.567 millones. El pasivo representa el 97,7% del PIB.

Macri pidió que su gestión fuera evaluada por la eficacia al combatir la pobreza. En la actualidad hay 15 millones de pobres, cinco millones más que en la era kirchnerista. La mitad de los niños padecen hambre. Esos números explican las enormes opciones electorales de Fernández. El presidente reconoció que había pecado de un optimismo incorregible y que, dada su condición de empresario e hijo de una de las grandes fortunas nacionales acumulada como contratista del Estado, cualquier resto de inequidad sería «fácil» de solucionar. La diputada Elisa Carrio, su principal aliada, predica ahora una resignación piadosa: «La lucha contra la adversidad es el gozo mayor para el espíritu de Dios».

En los 90, Macri fue absuelto por el Tribunal Supremo en una causa de contrabando. En diciembre del 2015, recibió el mismo beneficio en una causa de escuchas telefónicas ilegales. Según el escritor y comentarista político Jorge Asís, si el candidato de Cambiemos pierde en el primer turno, le esperan en los tribunales 92 causas. Macri todavía aguarda un milagro: pasar a la segunda ronda como sea. «Espero ganarme el cielo en vida», afirma.