"Nuestra política europea no va a cambiar". Así de explícita fue la cancillera alemana, Angela Merkel, en su primera rueda de prensa, en la sede de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), al día siguiente de su histórico y aplastante triunfo en las urnas, que la dejó a solo cinco escaños de la mayoría absoluta en el Bundestag (la Cámara baja del Parlamento). "Nuestra política europea impulsa la integración y, desde el punto de vista de la CDU, no hay motivo alguno para cambiarla".

Merkel consideró que el respaldo recibido --el 41,5% de los sufragios-- constituye también "un voto claro para una Europa unida" y se mostró convencida de que "vamos a salir reforzados de la crisis".

La dirigente alemana volvió a recurrir al argumento más socorrido al que echa mano habitualmente cuando se le pregunta por las duras recetas impuestas a los países más afectados por la crisis del euro. Recordó que, hace una década, "Alemania era considerada como 'el hombre enfermo de Europa'; hizo las reformas necesarias y hoy es considerada como un polo de estabilidad en la Unión Europea. Nuestros socios europeos también pueden recorrer este camino".

SIN MARGEN DE MANIOBRA En Europa no faltaban quienes albergaban la esperanza de que si Merkel se viera forzada a reeditar la gran coalición con el Partido Socialdemócrata (SDP), Berlín flexibilizaría un poco sus exigencias de austeridad, dado que los socialdemócratas se han mostrado más sensibles al impacto social de dichas políticas en los países de la Europa del sur. Pero, según los analistas, en lo esencial, no existen diferencias sustanciales sobre cómo afrontar la crisis del euro --el SPD, e incluso Los Verdes, votaron en el Parlamento alemán a favor de todas las medidas-- y el margen de maniobra es muy estrecho.

Merkel dejó también ayer claro que la CDU no va a gobernar en solitario y se puso inmediatamente en marcha para buscar un socio de coalición después de que el anterior, el liberal FDP, desapareciera del arco parlamentario al no alcanzar el 5% de los votos. "Tenemos un mandato claro para gobernar y lo asumiremos", dijo la cancillera.

"SIN PRISA" La dirigente democristiana se puso en contacto por teléfono con el líder del SDP, Sigmar Gabriel. Pese a que durante la campaña indicaron lo contrario, los socialdemócratas no han cerrado la puerta a entrar en el Gobierno como el socio menor de Merkel. El candidato derrotado, Peer Steinbrück, afirmó ayer que el partido "no tiene ninguna prisa". "Nosotros no queremos ser las siguientes víctimas de Merkel", añadió, en clara alusión a lo ocurrido con el FDP. Gabriel, en cambio, afirmó que si Merkel les pide abrir negociaciones "no las rechazaremos".

La dirección del SDP parece dividida acerca de qué camino tomar. La perspectiva de reeditar la "gran coalición" que gobernó en Alemania durante el primer mandato de Merkel (2005-2009) incomoda a muchos de sus miembros. De momento, los socialdemócratas han convocado para este viernes una convención para decidir una ruta.

En cualquier caso, si se inician las negociaciones, serán largas y tortuosas. Así, pues, pueden pasar semanas o meses antes de que Alemania pueda formar el nuevo Gobierno. El país ha entrado en un compás de espera.

La gran coalición es la fórmula preferida por los socios europeos. Merkel tendría también mayoría pactando Los Verdes, pero esta opción parece menos probable. En cuanto a los derrotados, el presidente del FDP y vicecanciller y ministro de Economía del Gobierno saliente, Philipp Rösler, dimitió ayer como jefe del partido. Y Los Verdes remodelarán su dirección.