La cancillera alemana, Angela Merkel, consiguió ayer uno de sus primeros grandes triunfos políticos al conseguir la aprobación del Bundestag (Cámara baja del Parlamento) para modificar el sistema federal alemán, la mayor reforma institucional desde 1949, que tiene como objetivo dinamizar el funcionamiento del Estado y la sociedad alemana. Después del histórico día de ayer, solo falta la aprobación del Bundesrat (Cámara alta), donde se aprobará, con toda probabilidad, la semana próxima.

"Con esta iniciativa demostramos voluntad de cambio", dijo ayer la cristianodemócrata Merkel (CDU), quien agradeció el compromiso de sus socios de coalición, el Partido Socialdemócrata (SPD), que tras un largo tira y afloja optaron por aprobar el trascendental cambio.

El proyecto recibió el apoyo de 428 de los 614 diputados, 18 votos más de los dos tercios que se necesitaban para modificar la ley fundamental. La aplanadora del Gobierno actuó disciplinadamente también para rechazar antes una iniciativa de la oposición, que pidió postergar la aprobación de la reforma por considerar que este nuevo federalismo conlleva la posibilidad "de una vuelta al caciquismo".

El líder del opositor Partido Liberal (FDP), Guido Westerwelle, afirmó que "no habrá un gran cambio", ya que se ha dejado de lado la cuestión financiera, pero el presidente de los industriales alemanes, Jürgen R. Thumann, dijo que "la reforma sacará adelante a Alemania". Por su parte, los representantes del sindicato de la Ciencia y la Educación dijeron que la reforma es más bien "la madre de todas las tonteras".

Los expertos señalan que también habrá un renacimiento de la política regional, ya que los parlamentos de los estados (länders ) tendrán que asumir nuevas decisiones y competencias. Esto significa que las decisiones podrán ser más rápidas y transparentes, y con ello se podrá desarrollar una nueva dinámica para agilizar los cambios.