Evo Morales se declaró ayer ganador de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo en Bolivia, aunque con un muy estrecho margen de votos, al tiempo que calificó de «golpe de Estado» la actitud de la oposición que sostiene que se ha producido un fraude electoral. Al cierre de esta edición y con el 96,78% del cómputo oficial, el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) ha obtenido el 46,49% de los votos frente al 37,01% de su rival, Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana).

El sistema electoral en Bolivia da por ganador al candidato que alcance el 50% más uno de los votos, o al menos el 40& con una diferencia de diez puntos sobre el siguiente, de la que está cerca Morales para vencer en esta primera vuelta. Le falta tan solo un 0,52% de los votos para proclamarse vencedor. Si ningún candidato consigue estos porcentajes, los dos más votados, en este caso Morales y Mesa, van a segunda vuelta, que se produciría en diciembre.

La presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque, dijo entre lágrimas que «no tiene nada que ocultar» y garantizó la transparencia del proceso electoral frente a las denuncias de Carlos Mesa y sus aliados. «Este proceso está supervisado y administrado por una auditoría, no por nosotros, sino por una empresa y la empresa también nos dirá si éstos resultados como dicen son fraudulentos. Ahí están también cada uno de los ciudadanos de las organizaciones política que nos han seguido», añadió.

Choque y otras autoridades fueron objeto de insultos y amenazas. «Nos duele la violencia con la que nos tratan», admitió la presidenta del TSE. Minutos antes, el vicepresidente del tribunal, Antonio Costas, dimitía. «La decisión de renunciar al cargo se debe a la desatinada decisión del Supremo Electoral de suspender la publicación de los resultados preliminares», explicó en una carta al presidente del Congreso y vicepresidente del país boliviano, Álvaro García Linera.