Le llamaban Cero y El Negro. Y fue el más cruel, locuaz y astuto de los integrantes de la última dictadura militar argentina que tomó el poder el 24 de marzo de 1976. El más temido. Se llamaba Emilio Eduardo Massera. Falleció ayer en Buenos Aires, a los 85 años, tras más de una década eludiendo el cerco judicial.

Nacido el 19 de octubre de 1925, Massera sufrió un accidente cerebrovascular hemorrágico en el Hospital Naval. Nadie lloró en público su deceso. Bajo su mando e inspiración, funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el centro de detención y tortura por el que pasaron miles de personas que nunca más fueron vistas. La mayoría fueron arrojadas desde el aire al Río de La Plata.

A finales de los años 70, Massera quiso poner en marcha un plan político personal y se enfrentó con el Ejército. Esa controversia tuvo cierto carácter mafioso y fue dejando muertos de uno y otro lado. Cuando Argentina recuperó la democracia, y tras intentar disfrazarse como un defensor de las instituciones fundando el partido de la Democracia Social, fue llevado a juicio con los otros integrantes de la Junta. Lo condenaron a cadena perpetua en 1985.

"No he venido a defenderme. Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa, y la guerra contra el terrorismo subversivo fue una guerra justa", se jactó en su alegato.

El presidente Carlos Menem lo indultó durante su primer Gobierno, en diciembre de 1990. Ese perdón fue anulado por el Tribunal Supremo el año pasado. Cuando se anularon las leyes de impunidad, Massera eludió el cerco judicial, invocando su estado de salud. Dos años atrás, la jueza María Servini de Cubría dictaminó que Cero era una persona "no imputable" debido a su trastorno "psicoorgánico".