La guerra de Irak retornó ayer de golpe y con toda su crueldad a los hogares del Reino Unido. Las imágenes de la multitud en las calles de Basora celebrando el derribo de un helicóptero militar británico, en el que viajaban cuatro soldados, mostraban con toda crudeza cuáles son los sentimientos de la población local hacia las tropas enviadas por Tony Blair. Los disturbios que se desataron después dejaron cinco civiles iraquís muertos.

El aparato, derribado presumiblemente por un misil disparado desde tierra, se estrelló contra un bloque de viviendas en el barrio de Al Saei, densamente poblado. El helicóptero se convirtió en una bola de fuego y los militares que viajaban en él perecieron calcinados. Los soldados británicos que acudieron a retirar los cadáveres fueron recibidos con piedras y cócteles molotov por la multitud.

INCIDENTES GRAVES En los enfrentamientos perecieron cinco civiles iraquís y resultaron heridas otras 19 personas, en circunstancias por esclarecer. Entre las víctimas mortales había dos niños. El de ayer es uno de los incidentes más graves ocurridos en Basora desde que las tropas británicas se hicieron cargo de la seguridad de la zona en el sur de Irak hace tres años. Las relaciones entre la población y los militares desde entonces se han ido degradando, dando lugar a choques y roces cada vez más frecuentes.

El entendimiento con las autoridades locales también se ha deteriorado y la cooperación es prácticamente inexistente. Los liberaldemócratas pidieron "una estrategia clara para la salida" de las fuerzas británicas. La policía iraquí decretó un toque de queda entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana de hoy.

El incidente fue la triste bienvenida para Des Browne, el recién nombrado ministro de Defensa. "Nos recuerda los riesgos a los que nuestros hombres y mujeres se enfrentan cada día en Irak", declaró Browne.