Irak volvió a vivir ayer una jornada sangrienta en la que murieron cerca de 90 personas, la gran mayoría en los duros combates que libraron las fuerzas del Ejército iraquí y milicianos leales al clérigo radical chií, Moktada al Sadr, en la ciudad de Diwaniya, al sur del país. Este nuevo repunte de la violencia se produce a los 100 días de la formación del nuevo Gobierno de unidad nacional del primer ministro, Nuri al Maliki.

Los enfrentamientos en Diwaniya empezaron la noche del pasado domingo, aunque ayer prosiguieron. La localidad, a unos 180 kilómetros al sur de Bagdad, es un feudo de Moktada al Sadr y de sus leales milicianos del Ejército del Mehdi. Un portavoz del Ministerio de Defensa iraquí aseguró que 20 de los fallecidos eran soldados, mientras que el resto, 50, eran "hombres armados no identificados" que la noche del domingo asaltaron una comisaría de policía. Otra fuente militar aseguró, por su lado, que los combates estallaron cuando soldados iraquís rastrearon tres barrios en busca de armas y milicianos fieles al religioso chií.

La intensidad de los enfrentamientos obligó a las fuerzas estadounidenses desplegadas en la zona a intervenir. Las autoridades decretaron el toque de queda en la ciudad.

COCHE BOMBA Desde que se hizo cargo de la jefatura del Gobierno, Al Maliki se propuso desarmar a los grupos chiís para poner freno a la ola de violencia intercomunitaria que vive el país. Y el Ejército del Mehdi no se lo está poniendo fácil. Moktada al Sard, que mantiene estrechos lazos con Irán, cuenta con gran apoyo entre la población chií.

En Bagdad, por su lado, la explosión de un coche bomba suicida acabó con la vida de 13 policías y dejó heridos a más de 60. El atentado tuvo lugar cerca del Ministerio de Interior, cuando se celebraba una cita de altos responsables de la seguridad, y coincidió también con la llegada a Bagdad del ministro de Defensa británico, Des Browne.