La paciencia se le ha agotado a Barack Obama en cuanto a la reforma sanitaria, su prioridad desde que llegó a la Casa Blanca, dilatada por un irresoluble debate tanto entre los partidos demócrata y republicano como entre facciones de estas formaciones. Ayer, el presidente de EEUU dijo "basta", dio una muestra de liderazgo e instó al Congreso a aprobar "en algunas semanas" la reforma, aunque sea con mayoría simple, una apuesta que sin duda le granjeará críticas políticas pero, al menos, pondrá sobre su mesa una ley para firmar.

"El Congreso se lo debe al pueblo", dijo Obama, que añadió que está en juego su capacidad de resolver "cualquier problema". El propio Obama ha tardado en encontrar la determinación para dar el paso que firmemente dio ayer con unas contundentes declaraciones, rodeado por médicos y enfermeras.