La obamamanía también ha llegado a la Moncloa. José Luis Rodríguez Zapatero disfrutó ayer durante cinco horas --hasta que conoció las filtraciones sobre los cambios en el Ejecutivo-- de uno de sus mejores días como jefe de Gobierno. El presidente español se mostró "satisfecho" con la relación que ha iniciado con el presidente de EEUU, Barack Obama, del que destaca su "carácter afable" y el "trato fácil" que está dispensando a unos y otros en su gira triunfal por Europa. Algunos miembros de la delegación española, que no pudieron mitigar su euforia, se abrazaron tras la reunión. Misión cumplida.

En la reunión de 45 minutos, Zapatero y Obama, que estuvieron acompañados de una docena de asesores, encontraron tiempo para un paréntesis personal y hablaron de sus pequeñas. Según una fuente estadounidense, el presidente norteamericano llegó a firmar un autógrafo en un libro para una de las hijas del líder español, que está rendida ante el magnetismo que desprende.

Ambos mandatarios, como cabía esperar, se invitaron mutuamente a visitar sus países, aunque no se cerró ninguna fecha. "Me gustaría ir a España y volver a Barcelona", dijo Obama, según explicó un portavoz de la Moncloa. El dirigente estadounidense estuvo en la ciudad catalana en 1988 durante unos días, de camino a Kenia. Obama hizo el viaje en plan mochilero y, según recordó en el libro Sueños de mi padre , paseó por la Rambla con un senegalés al que conoció en su periplo europeo y que estaba buscando trabajo. "Mientras caminábamos hacia la Rambla, mi impresión era que lo conocía de toda la vida; como si ambos hiciésemos el mismo viaje, aunque hubiésemos partido de lugares opuestos del planeta", escribió.

Ahora, la Casa Blanca

El encuentro entre los dos dirigentes de ayer en Praga no pudo acabar con una rueda de prensa, como sí ocurrió esta semana pasada en las citas de Obama con el premier Gordon Brown y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Para eso habrá que esperar a una visita oficial. Una vez conseguido el primer cara a cara, en la Moncloa respiran más tranquilos y no consideran imperante tener que ser invitados este mismo año a la Casa Blanca. Sobre todo, porque el primer semestre del 2010 España presidirá la UE y deberá organizar la cumbre de turno entre los Veintisiete y Estados Unidos, que se celebrará en Madrid.