La seguridad nacional y su experiencia en política exterior es el punto débil de Barack Obama entre el electorado, como repiten una y otra vez las encuestas. En cambio, la crisis financiera y económica es el motivo por el que esos mismos sondeos le auguran una clara victoria el 4 de noviembre (el último, el hasta ahora moderado Zogby/Reuters, le da 10 puntos de ventaja en intención de voto). Por eso, y para evitar desagradables sorpresas en los pocos días que quedan para la votación, Obama dio ayer un giro a su campaña y habló en Virginia de seguridad nacional. Pero, eso sí, la vinculó a la crisis económica. "A menudo oímos hablar de dos debates, uno de seguridad nacional y otro de economía, pero es una distinción falsa. No podemos permitirnos otro presidente que ignore los fundamentos de la economía y al mismo tiempo alcance déficits récord para luchar en una guerra sin fin en Irak", dijo.

El enfoque en política exterior de Obama es diferente al de la Administración de George Bush: defendió el multilateralismo frente a la unilateralidad que ha caracterizado al actual presidente, argumentó que el auténtico frente de la guerra contra el terror está en Afganistán y no en Irak, y defendió la fuerza de la diplomacia conjunta para enfrentarse a desafíos como el del programa nuclear iraní.

CORTAR POR LO SANO Al margen de detallar sus posturas en seguridad nacional, Obama también pretendía ayer cortar por lo sano un argumento que su número dos, Joe Biden, dio en bandeja a McCain. Biden predijo que Obama afrontará una crisis internacional en sus primeros seis meses como presidente porque los adversarios de EEUU querrán "ponerlo a prueba". La campaña de McCain no tardó en afirmar que el veterano senador no necesita ser puesto a prueba por los enemigos de EEUU porque ya es conocido, y que lo último que necesita el país es que un nuevo presidente dé lugar a una crisis.

Las palabras de Biden tuvieron el efecto de virar el debate de la campaña hacia la seguridad nacional, de ahí el discurso de ayer y la escenografía: Obama se reunió con un nutrido grupo de generales retirados y de expertos en política exterior. Además, no perdió la oportunidad de recordar el reciente apoyo público que le ha brindado Colin Powell, exsecretario de Estado de Bush.

La visión del mundo que perfiló Obama no fue prolija en detalles (excepto que enviará "dos o tres brigadas más" a Afganistán), pero sí constituyó un marco de principios. Para Obama, "hay que ser fuertes en casa para ser fuertes en el extranjero", y por eso recordó que la fortaleza económica es la base que sustenta el poder militar y la influencia internacional de una nación. De ahí que para él salir de la crisis económica sea una cuestión de seguridad nacional.

El EEUU que dibujó Obama es una potencia con "alianzas fuertes". "En ocho años hemos visto nuestras alianzas debilitarse y nuestra posición en el mundo retroceder", se lamentó. Para el demócrata, salir de Irak es imperativo por motivos económicos y políticos, pero también por razones estratégicas, ya que mientras EEUU dedica recursos al país árabe, Afganistán se encuentra "en una grave crisis", con el renacer de los talibanes y la reorganización de Al Qaeda.