Los planes del Gobierno israelí de construir un puente de acceso a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, el tercero de los lugares santos del islam, disparó ayer una oleada de protestas y amenazas por parte de movimientos islamistas e, incluso, de países árabes como Jordania.

El Gobierno israelí quiere reemplazar la actual pasarela de madera por la que acceden al complejo sagrado los turistas y los ciudadanos judíos. Las autoridades hebreas negaron que las excavaciones en curso puedan dañar los cimientos del santuario o de cualquiera de sus estructuras, como la mezquita de Al Aqsa o la mezquita de la Roca.

Pero la ira ha empezado a propagarse. Incluso el siempre comedido rey jordano, Abdalá II, se refirió a las obras como una "violación inaceptable" que conduce a una "peligrosa escalada". Más amenazante fue el flamígero líder del Movimiento Islámico de Israel, Raed Salah, que llamó a "un levantamiento del pueblo islámico", o lo que es lo mismo, una nueva Intifada.

Mientras, en la Meca, en Arabia Saudí, los líderes de Hamás, Khaled Meshal, y de Fatá, el presidente Mahmud Abbas (alias Abú Mazen ), retomaron ayer las negociaciones para formar un Gobierno palestino de unidad nacional.