Un día después del reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia por Rusia, la tormenta política contra Moscú arreció ayer con cargas de mayor profundidad. Occidente pidió a Rusia que no provoque otra guerra fría y reiteró sus denuncias sobre el reconocimiento ilegal de las dos repúblicas georgianas. Rechazó también el mantenimiento de posiciones avanzadas de las fuerzas rusas en Georgia, concretamente en el puerto de Poti. Mientras, en el mar Negro las flotas de Rusia y la OTAN, escenifican su desafío naval. El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, respondió que su país no se opone al envío de tropas a la zona tampón de Georgia, iniciativa que había sido avanzada por occidente.

Las invectivas de la víspera dieron paso a los análisis sobre la nueva situación. Dividida entre sus socios y enfrentada a nuevos retos, la OTAN pidió ayer a Rusia que dé "marcha atrás" al reconocimiento de Osetia del Sur y Abjasia, porque esa decisión "viola numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la integridad territorial de Georgia".

BASES NAVALES La nueva situación creada pone en primer plano las desesperadas peticiones de Ucrania y Georgia para ser aceptadas en la OTAN, un asunto sobre el que no todos los estados miembros (26) están de acuerdo, y que confiere especial importancia a los contratos firmados entre Kiev y Moscú sobre las bases navales de la península de Crimea (Ucrania).

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, presidente de turno de la Unión Europea, insistió en que "para los europeos no puede haber y no habrá otra solución que no sea el respeto a la soberanía, a la integridad territorial de Georgia", afirmo. Y advirtió de que "el desenlace del conflicto determinará por mucho tiempo la relación entre la UE y Rusia". "Nadie quiere volver a la guerra fría", precisó.

El ministro de Exteriores británico, David Miliband, se sumó a la presión en una visita a Ucrania. Destacó que Rusia tiene la "gran responsabilidad de no iniciar una nueva guerra fría", pero rechazó excluir a Moscú del G-8, si bien instó a formar "la mayor coalición posible contra la agresión rusa en Georgia".

"NUEVOS OBJETIVOS" El ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, defendió el pacto firmado la semana pasada por los cuatro implicados y señaló a Crimea, Ucrania y Moldavia como "supuestos nuevos objetivos rusos" que se suman a la crisis.

En plena batalla con Occidente, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, buscó comprensión en el más poderoso de sus aliados. Se reunió con su homólogo chino, Hu Jintao. China solo ha manifestado su "gran preocupación" sobre el conflicto del Cáucaso. Y casi olvidada, pese a ser el origen de la crisis, Georgia se limitó ayer a reducir a dos personas su embajada en Moscú.