Sin que medie un sólo día de tregua, las tropas anglo-norteamericanas destacadas en Irak continuaron ayer siendo objetivo de emboscadas de hombres leales a Sadam Husein y provocando la ira creciente de los civiles iraquís. Las ciudades de Bagdad y Samarra fueron ayer el escenario de tres ataques con bombas y lanzagranadas de la resistencia y en los que, según testigos, resultaron muertos al menos tres soldados de EEUU y un intérprete iraquí, un extremo que el Pentágono no aclaró.

En Faluya, la ciudad situada a 50 kilómetros al oeste de Bagdad y considerada como un bastión de las milicias pro-Sadam, miles de civiles se lanzaron a la calle una vez más para gritar consignas contra de la presencia de las fuerzas ocupantes, después de que en la víspera, una explosión de origen desconocido acabara con la vida de ocho estudiantes de Teología y provocara graves daños en una mezquita local.

JORNADA NEGRA

La nueva jornada negra para las fuerzas ocupantes en Irak se inició a media mañana en las proximidades de la céntrica universidad bagdadí de Al Muntasiriya. Una fuerte explosión hizo estremecer el lugar y destruyó un vehículo militar de EEUU y un coche iraquí. La cadena Al Jazira informó de que tres soldados de EEUU y su traductor iraquí murieron, mientras que el Pentágono tan sólo admitió la desaparición del iraquí y que tres de sus soldados resultaron heridos.

Las medidas de seguridad son extremas en las proximidades del aeropuerto bagdadí, lo que ayer no logró evitar otro ataque, con lanzagranadas, que provocó heridas a otros dos soldados. Finalmente, en Samarra, al norte de Bagdad, localidad cercana a Tikrit, ciudad natal de Sadam, los resistentes causaron heridas a un militar estadounidense, siempre según la versión oficial de EEUU.

Aunque hace dos meses el presidente norteamericano, George Bush, proclamó solemnemente el final de las grandes operaciones militares, las tropas ocupantes hacen frente al acoso constante de los resistentes. Las continuas redadas norteamericanas en Faluya, lejos de pacificar la ciudad, parecen haber encrespado aún más los ánimos. Una mezquita local resultó gravemente dañada y ocho estudiantes de Teología perdieron la vida en una explosión de origen desconocido el lunes.

De nada sirvieron las explicaciones del coronel Joseph Disalvo, quien aseguró a los periodistas destacados en Bagdad que "ningún aparato de EEUU o pieza de artillería se encontraba en las proximidades del centro de culto" y que la explosión procedió de "un edificio contiguo a la mezquita". Los vecinos de Faluya se manifestaron ayer para gritar :"¡América es el enemigo de Dios!" y "¡Venganza!".

Para muchos expertos, entre ellos el británico Jonathan Marcus, ya no hay duda de que en Irak se está gestando una guerrilla formada a partir de elementos criminales, hombres leales al partido Baaz y nacionalistas iraquís. Pero todo ello no ha hecho modificar un ápice el optimismo de las autoridades de EEUU en Irak. El administrador civil Paul Bremer, volvió ayer a repetir la versión oficial de que los ataques son producto de unas fuerzas cada vez "más desesperadas", y subrayó que los resistentes pertenecen a "comandos profesionales".

El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, descartó el lunes que sus soldados estuvieran empantanados en un "cenagal" como el de Vietnam, pese a que la dificultad para controlar el caos de la posguerra iraquí y los continuos atentados contra las fuerzas de ocupación están haciendo mella en la opinión pública estadounidense.

CAIDA DE LA CONFIANZA

La confianza de los estadounidenses en la buena marcha de la ocupación cae en picado, según un sondeo de la cadena televisiva CNN, que cifró en sólo un 56% a quienes juzgan positivamente la labor de los invasores, frente al 86% que lo hacía a comienzos de mayo. "Hay muchas tiras de prensa que cuestionan si ya estamos en otro Vietnam, con la esperanza de que lo estemos y no es así", recalcó Rumsfeld. En Irak se han producido ya 23 bajas estadounidenses y 12 británicas desde que se dio por concluida la guerra.