Cualquier excusa es buena. Esta vez, el Día del Estudiante. La oposición iraní sigue aprovechando toda oportunidad de teñir las calles de Teherán de verde, el color que simboliza su protesta, y de recordar al mundo que ahí sigue el movimiento en torno a los candidatos derrotados en las presidenciales de junio, que dieron a Mahmud Ahmadineyad una reelección ensombrecida por denuncias de fraude. La respuesta del régimen también cumplió ayer el guión: represión, detenciones y bloqueo informativo.

Desafiando la prohibición de manifestarse fuera de los actos oficiales, miles de personas se concentraron en varias universidades de Teherán. Policías antidisturbios, unidades del Ejército, reclutas y milicianos islámicos basij usaron bates, gases lacrimógenos y disparos para dispersar a los manifestantes. Hubo al menos una decena de arrestos.