La frontera de Rafá, que une la franja de Gaza con Egipto, se reabrió ayer oficialmente sin presencia física de las fuerzas de seguridad israelís y con la colaboración imprescindible de la Unión Europea (UE), que ha desplegado una misión de observadores compuesta por 50 agentes, que se asegurarán de que la policía palestina cumpla los mecanismos de seguridad. "Nadie nos detendrá. Nadie nos retrasará. Nadie nos insultará", subrayó el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás (alias Abú Mazen ).

Políticamente, la relevancia del momento es simplemente histórica: por primera vez los palestinos controlan una frontera propia. Una potestad, como recordó el enviado especial de la UE a Oriente Próximo, Marc Otte, que es competencia exclusiva de los estados. Desde el punto de vista práctico, que es lo que cuenta para el millón y medio de palestinos que convierten la estrecha franja en el lugar con mayor densidad de población del mundo, la nueva terminal implica no sufrir los controles israelís, ni correr el riesgo de quedarse atrapados en tierra de nadie durante semanas ni sufrir la humillación de ser tratados de forma inhumana.

GRAN HERMANO La terminal es una moderna instalación dotada de ordenadores y escáneres en la que se han instalado 43 cámaras que enviarán imágenes en directo por circuito cerrado a una oficina de enlace situada en Israel en la que las autoridades israelís supervisarán que todo funciona a su gusto. Los más veteranos en Gaza recuerdan que, antes de la Intifada, los israelís estaban físicamente en la terminal, ocultos tras unos cristales tintados. La tecnología hoy hace posible que Israel, al estilo Gran Hermano orwelliano, continúe controlando la frontera virtualmente.

Esta fue una de las condiciones que Israel impuso para permitir a la ANP reabrir el paso fronterizo, cerrado poco después de que finalizara la evacuación de los asentamientos judíos. La otra exigencia fue que una tercera parte controlara a los palestinos. La UE asumió esta función --15 guardias civiles españoles formarán parte del contingente-- aunque, como dijo ayer Otte durante la ceremonia inaugural, "la UE quiere retirar a sus agentes lo antes posible porque eso significará que los palestinos cumplen con su trabajo".

LOS EUROPEOS El equipo europeo tendrá potestad para obligar a los agentes de la autoridad palestina a repetir el proceso de registro e identificación de los pasajeros si considera que no se han cumplido los requisitos de seguridad.

Gaza, pues, se abrió ayer al mundo libre del control israelí --al menos, el físico-- en una jornada que todo el mundo se esforzó en calificar de histórica, desde los propios palestinos --Hamás envió a la ceremonia a sus dos líderes, Ismail Haniya y Mahmud al Zahar-- hasta los europeos --representados por los cónsules que tanto han irritado a Israel con su último informe sobre Jerusalén y Otte-- y Egipto, que envió al todopoderoso jefe de los servicios de seguridad y mediador entre las facciones palestinas, Omar Suleiman.

Pero, a pesar de las pomposas declaraciones, no es cierto que todos los palestinos son libres de viajar, de comerciar, de estudiar o de recibir tratamiento médico. Israel aún mantiene listas negras. Y al menos 70.000 personas, descendientes de refugiados, viven en Gaza sin ninguna documentación, excepto salvoconductos que dejaron de tener validez cuando empezó la Intifada. Para ellos, la frontera sigue estando tan cerrada como antes. Por eso, Abú Mazen afirmó en su discurso que "Rafá es sólo el primer paso". Abú Mazen se refería a Cisjordania, Jerusalén y los refugiados.