Los laboristas están en la disyuntiva de querer cambiar de líder pero no encuentran ni el remplazo ni el momento propicio. La crisis económica que ha socavado seriamente la reputación de competencia en esta materia del primer ministro, Gordon Brown, parece que va a ser su salvavidas, por lo menos durante el congreso del Partido Laborista que se celebra en Manchester.

Este es el mensaje que lanzan otras figuras relevantes del laborismo, como Jack Straw, el ministro de Justicia, y a quien muchos mencionan como un posible sustituto provisional de Brown hasta que el partido dé con su recambio definitivo. El modo de solucionarlas es "manteniendo al capitán que nos ha conducido durante los tiempos de bonanza económica, no diciéndole adiós". Un Straw que, por otra parte, admitió a The Daily Telegraph que algunos diputados rebeldes le pidieron ayuda para forzar la salida de Brown. Los británicos respaldan esta idea de unidad en tiempos de incertidumbre.

Según un sondeo publicado en The Independent on Sunday , un 57% de los encuestados opinan que no es un buen momento para cambiar de líder, frente al 36%. Pero otras encuestas, como la publicada por The Daily Telegraph fefleja la desafección de los laboristas hacia su líder: el 60% cree que Brown no puede proporcionarles una nueva victoria electoral.