Ainicios de verano, en tono próximo a la euforia, Gordon England, número dos del Pentágono, proclamó ante la Cámara de Representantes de EEUU: "Los esfuerzos en Irak hasta el día de hoy muestran avances; en el centro de Bagdad se han abierto varias tiendas".

Y antes de que acabe el año, según afirma el artículo 140 de la Constitución iraquí, debe celebrarse un referendo popular en Mosul y Kirkuk para decidir si estas dos codiciadas ciudades del norte de Irak, arabizadas a la fuerza por Sadam Husein, se incorporan a la región autónoma del Kurdistán.

Ambos acontecimientos, apuntan los observadores, parecen haber motivado que un suceso en apariencia nimio --la lapidación de una adolescente yazidí en abril por un amor ilícito, algo que sucede a menudo en el mundo musulmán-- haya degenerado en una nueva guerra interconfesional, en esta ocasión entre yazidís y árabes sunís, con la participación de la rama de Al Qaeda en Irak.

OBJETIVOS FACILES Hoda Abdel Hamid, corresponsal de Al Jazira en Irak, no alberga dudas. Cree que el atentado de ayer en el norte de Irak, que acompaña a la oleada de violencia en Kirkuk y alrededores a principios de julio, y a una relativa disminución de los atentados indiscriminados en Bagdad, obecede fundamentalmente a la necesidad de la insurgencia de golpear en objetivos blandos, donde no hay un masivo despliegue de fuerzas militares iraquís o estadounidenses.

"Hemos sido testigos de cómo los ataques se han ido desplazando hacia el norte", admite Hamid, antes de apuntar que el atentado de ayer era un mensaje a EEUU en el sentido de que, aunque se hayan producido éxitos "en un área" (la capital), los rebeldes se pueden mover "fácilmente a otra zona", ya que hay "muchos objetivos blandos en todo el país". Los grupos armados iraquís vinculados a Al Qaeda instan al mundo a contemplar con escepticismo los éxitos de los que presume Gordon England en Washington.

La prevista consulta electoral sobre el destino de Kirkuk y Mosul parece haber hecho el resto a la hora de encrespar aún más los ánimos de los árabes sunís en contra de las minorías que inclinarán la balanza del referendo a un lado o a otro. "Si en Kirkuk la llave del resultado electoral la tienen los turcomanos, en Mosul los yazidís pueden jugar un papel similar; la mayoría de los yazidís están divididos" acerca de la posible incorporación de la ciudad al Kurdistán, afirma un observador anónimo en la página web Ummah News Links .

MENSAJE SANGRIENTO Los turcomanos ya recibieron su sangriento mensaje de advertencia en julio, cuando un camión bomba segó la vida de más de casi 150 personas en la localidad de Emerli, en el sur de Kirkuk. Y nadie en Mosul parece dudar de que la ola de violencia contra los yazidís está auspiciada por Al Qaeda. Lo que la organización de Bin Laden quiere decir a esta confesión religiosa que rinde culto al angel caído es que "no conoce el lenguaje de la negociación, solo el de las armas", apuntó a The Washington Post Abdul Aziz al Jaburi, vicejefe policial de Mosul.