La suerte del presidente boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada, pendía ayer de un hilo después de que el vicepresidente, Carlos Mesa, le retirara el apoyo y la protesta social --que sólo en el último fin de semana dejó 26 muertos, según organismos humanitarios-- se extendía como un reguero de pólvora para exigir la dimisión del Gobierno. La represión militar causó ayer dos muertes más en El Alto, cerca de la capital, La Paz.

"No puedo seguir apoyando esta situación", dijo Mesa en La Paz, mientras que en El Alto, el epicentro del conflicto, se recrudecían los choques entre los pobladores y el Ejército. El presidente Sánchez de Lozada, trató de ganar tiempo y aplazó la exportación de gas a nuevos mercados, motivo por el que se desencadenó la revuelta, hasta que no se realice una consulta popular.

UN NEGOCIO SUSTANCIOSO

Bolivia tiene la segunda reserva de hidrocarburos del continente. La venta de gas a EEUU y México, con la mediación de Chile, proporciona unos 25.000 millones de euros. Pero, hay un rechazo masivo al proyecto. Por razones nacionalistas, los bolivianos no quieren que el gasoducto pase por Chile, país con el que perdió su salida al mar en la guerra del Pacífico, en 1978. Existe otro argumento: buena parte de los indígenas (el 80% de la población), aún cocinan con leña o pagan cifras astronómicas por una garrafa de gas.