La Conferencia Nacional Iraquí, destinada a elegir una Asamblea consultiva que será el embrión del futuro Parlamento, inició ayer en Bagdad su segundo día de trabajo en un clima de crispación y violencia. El clérigo shií Moktada al Sadr y sus seguidores lograron convertir su encierro en la mezquita de Alí, en Nayaf, en una crisis de alcance nacional y ser el centro de la discusión que enfrenta a 1.300 delegados. Mientras, los combates siguieron en la ciudad santa y hubo incidentes en Bagdad y Baquba.

Más de un centenar de delegados amenazaron con abandonar la conferencia si el Gobierno iraquí no pone fin al acoso militar de Estados Unidos sobre Nayaf. La primera decisión de los reunidos fue enviar una delegación a la ciudad santa para pedir a Sadr que abandone la mezquita. El copresidente de la Conferencia, Husein al Sadr, pariente del clérigo rebelde, precisó que la delegación entregará a Moktada un documento en el que se garantiza por escrito que no será detenido si abandona voluntariamente su encierro.

Moktada al Sadr y cerca de 800 leales siguen atrincherados en la mezquita desde hace 12 días. Las fuerzas de EEUU, apoyadas por la policía iraquí, lanzaron una contundente ofensiva contra los reductos de la milicia del Mehdi que causó numerosas bajas. Ahora se espera que el asalto final se produzca pronto.

Jefes de tribu procedentes de todo el territorio se reunieron ayer en Nayaf para "denunciar los ataques" lanzados por las fuerzas estadounidenses y para prestar su apoyo a Moktada. Su líder, Kasem al Jafadyi, pidió a sus correligionarios que se concentren el miércoles en Bagdad, ante una conferencia nacional que ellos consideran "muerta", "para decir no a la ocupación". El portavoz de Sadr, Ahmed Chaibani, acusó a EEUU de convertir al primer ministro Iyad Alaui en un dictador. "No aceptaremos un nuevo Sadam", proclamó.

AMENAZAS POR LOS ABUSOS Mientras, en EEUU, la familia del sargento Joseph Darby, que fue quien alertó de los abusos cometidos por militares de EEUU a los prisioneros de la cárcel iraquí de Abú Graib, vive bajo custodia debido a las amenazas de muerte que hay contra él. Su esposa dijo a la ABC que hay muchos vecinos en su comunidad, en Maryland, que dicen que su marido "es hombre muerto".