Guillermo-Alejandro de Orange ha jurado su cargo y ha sido investido rey de los Países Bajos en una ceremonia celebrada en la Iglesia nueva de Ámsterdam, durante una sesión conjunta de los Estados Generales (parlamento) neerlandeses.

"Juro que defenderé y guardaré siempre con todas mis fuerzas la independencia y la integridad del territorio del reino", dijo el nuevo rey ante los Estados Generales y el resto de las autoridades del país, incluido el actual primer ministro de Holanda, el liberal Mark Rutte.

A la solemne ceremonia asistieron los miembros de los Estados Generales, el consejo de ministros, el consejo de Estado y los gobernadores y primeros ministros de Aruba, Curaçao y Sint Maarten, que juraron o prometieron su fidelidad a la Constitución, antes de investir al nuevo rey.

Los asistentes, entre los que estaban en lugar preferente la princesa heredera, Catalina-Amalia, de nueve años, junto a su abuela la princesa Beatriz, y sus hermanas pequeñas, concluyeron la ceremonia con vivas al rey.

Durante su discurso, el monarca aseguró que protegerá "la libertad y los derechos de todos los holandeses y todos los residentes en los Países Bajos", y que dedicará "todos los medios que las leyes pongan a mi alcance para el mantenimiento y el fomento de la prosperidad, tal y como debe hacer un buen rey".

No se ciñó la corona

Guillermo-Alejandro no se ciñó la corona como es habitual entre los monarcas de la casa de Orange, que no portan físicamente ese símbolo real durante su reinado.

Los heraldos y reyes de armas, portando un bastón, abrieron el cortejo real desde el palacio de Ámsterdam hasta la Iglesia nueva, un templo gótico de más de 600 años, y en el que se colocó una alfombra azul por la que desfilaron los 2.400 invitados.

Guillermo-Alejandro, vestido de frac, llevó sobrepuesto el manto de investidura, utilizado desde 1815 por los reyes y reinas de los Países Bajos, y tuvo cerca las insignias reales (el cetro, el globo imperial, la espada real y el estandarte), confeccionadas por orfebres holandeses en 1840, que simbolizan el poder y la dignidad del rey.

La atenta mirada de la reina Máxima, en ocasiones visiblemente emocionada, siguió en todo momento las palabras de su esposo.

Presencia de 18 casas reales

Tras el juramento, el séquito real ofreció una recepción a sus invitados de 18 casas reinantes de todo el mundo, así como a autoridades nacionales, al cuerpo diplomático acreditado en Holanda y otros dignatarios.

En el exterior de la iglesia, los miles de holandeses congregados guardaron silencio mientras su nuevo jefe del Estado aseguraba que "el hecho de que el rey no tenga responsabilidades políticas, no significa que no tenga responsabilidades".

"Mi madre ha sido monarca, esposa, madre e hija, y no ha fallado en ninguna de sus responsabilidades", afirmó el rey holandés, que buscó la mirada cómplice de la ya princesa Beatriz, al señalar que "ella no ha buscado la popularidad fugaz, sino los valores permanentes". De la ya princesa de los Países Bajos, su rey dijo que "su sabiduría y calidez me acompañarán siempre".