Roma enviará esta semana a Madrid al ministro para las Políticas Comunitarias, Andrea Ronchi, con ánimo de apaciguar el caldeado ambiente entre España e Italia a raíz del enfrentamiento por la política migratoria porque, a todas luces, la crisis entre ambos gobiernos no está cerrada o, mejor dicho, está cerrada en falso. Se entrevistará con Diego López Garrido, el secretario de Estado para Europa.

La decisión de enviar a Ronchi se produce después de las airadas reacciones en Italia contra el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, al que se demanda que "calme a sus ministros". Si primero fue la vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, la que criticó las redadas contra extranjeros --se desdijo luego con el argumento de un "malentendido"--, luego fue el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, el que acusó a Berlusconi de "criminalizar al diferente".

Nunca tantos miembros de un Gobierno y líderes políticos habían criticado conjuntamente y con tanta dureza al Ejecutivo de otro país de la UE. Pero el bumerán regresa desde Italia. "Toreros que ejercen como ministros" , definió Il Giornale , diario de la familia de Berlusconi, a Corbacho.